Sinopsis
Basada en una historia real, ‘El caso Oussekine’ cuenta la trágica muerte de Malik Oussekine (Sayyid El Alami) y las dramáticas consecuencias que tuvo para su familia. Su madre Aïcha (Hiam Abbas), sus hermanos Ben Amar (Malek Lamraoui) y Mohamed (Tewfik Jallab), el padrastro de los hermanos desde la muerte de su padre Miloud (Slimane Dazi) y sus hermanas Fatna (Naidra Ayadi) y Sarah (Mouna Soualem) están dispuestos a sacrificarlo todo para que se haga justicia. La ficción se adentra en los turbulentos años 80 para comprender el impacto que esta tragedia tuvo en la sociedad francesa de la época.
Crítica de El caso Oussekine
«Mis hijos creen que son franceses. Es culpa nuestra por hacerles creer que esto era posible». Esta es quizá una de las frases más dolorosas que pueden escucharse en la nueva miniserie francesa que llega a Disney+ este miércoles. Creada y dirigida por Antoine Chevrollier (Oficina de infiltrados), la propuesta conforma otra demostración más de esa desoladora y, por desgracia, extendida relación entre brutalidad policial y xenofobia que tantas víctimas ha dejado a lo largo de la historia.
Un hecho el cual, pese a los detestables esfuerzos de sus perpetradores y superiores por ocultarlo, ha llegado incluso a formar parte intrínseca de nuestra cultura popular durante los últimos años. Por supuesto, el caso que nos atañe también cumple con todas esas características propias de este tipo de crímenes.

Malik, quien incluso llegó a renunciar a muchos aspectos de sus raíces para sentirse más integrado en Francia, fue una de esas víctimas que dan significado a una de esas afirmaciones que ojalá no fueran ciertas: «no importa lo que hagan, porque siempre serán ‘ciudadanos de segunda’».
Es más, el hecho de que Chevrollier tenga que utilizar flashbacks para mostrar el evidente trasfondo de los Oussekine, como si se viera obligado a educar a cierta rama de los espectadores, dice mucho más de lo que parece. Son una familia normal y corriente que han tenido que abandonar su país para buscar oportunidades y que sufren de racismo en su nuevo hogar. En una sociedad ideal explicar todo esto sería innecesario, pero por desgracia poco ha cambiado desde aquella fatídica noche de 1986.
Aunque sobre todo se centra en la familia Oussekine, la miniserie también desentraña el caso desde la perspectiva política y policial, haciendo especial énfasis sus esfuerzos a la hora de buscar cualquier excusa para poder evadir responsabilidades y justificar el asesinato. Una justicia que demostró ser una broma absoluta, porque cada matiz parecía haber sido amañado con anterioridad de una forma casi psicópata.
Es quizá un retrato muy unidireccional -el mayor desarrollo que se le hace a uno de los policías es una breve escena con su madre-, pero parece una manera muy sutil de juzgarlos igual que ellos juzgaron al pobre Malik. Al fin y al cabo, las suyas fueron maniobras que seguramente no se habrían atrevido a realizar si la víctima se hubiese tratado de un ciudadano francés blanco.

Por otra parte, la miniserie se beneficia de un estupendo trabajo de Chevrollier tras las cámaras. Se agradece sobre todo que, en vez de acudir a la sala de montaje para realizar subrayados mediante música lacrimógena y manipuladora, el cineasta haga un inteligente uso de los silencios con el objetivo de generar impacto emocional a través de las interpretaciones del reparto.
Un elenco difícil de mejorar en el que brillan Hiam Bass (Ramy) como la devastada madre de Malik, así como Mouna Soualem (Mereces un amor) en la piel de Sarah, la hermana de la víctima. Su arco destaca en especial por esa mini gran rebelión que lleva a cabo dentro del núcleo familiar, donde los hombres siempre habían llevado la voz cantante pese a haberse criado en una cultura diferente.
Además, ‘El caso Oussekine’ confirma que está siendo un buen año para la ficción europea, sobre todo para aquellas de producción propia que llegan desde las diferentes plataformas de streaming. Y aunque es cautivadora y notable a nivel técnico, esta es una de esas propuestas cuyos elementos sociales acaban destacando por encima de cualquiera de sus otras virtudes, pues los mismos resuenan con gran fuerza hoy en día.
Sin embargo, este es un caso que impacta especialmente porque ocurre en el país de «la libertad, la igualdad y la fraternidad», lo que saca a la luz la hipocresía de estos sistemas, entidades y cuerpos que casi siempre prefieren hacer uso de sus lemas, medallas y autoridad, antes de reconocer que podrían estar muy lejos de ser lo que se espera de ellos.
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