La miniserie pretende homenajear a tantos precedentes que al final termina sin
encontrar su propia identidad.
Ophelia (Emily Reid), una joven estudiante de Inglés, se enamora de su
carismático profesor, Michael (Emmet J Scanlan). Tras la muerte
accidental de la esposa de Michael, Ophelia se muda a Irlanda para vivir con él,
justo cuando empiezan a aumentar las sospechas sobre la muerte de su mujer.
Mientras Ophelia ocupa el espacio de la difunta, deberá descubrir si es el
fantasma de la esposa de Michael quien la persigue, o su propio sentimiento de
culpa.
La creadora de ‘Derry Girls’, Lisa McGee, nos trae esta
miniserie mezcla de thriller gótico clásico y cintas de
misterio como ‘Crimen perfecto’. Un
moderno homenaje a Hitchcock y a las novelas de Daphne du Maurier que está plagado de huevos de pascua mires donde mires. Frases y planos
muy parecidos a la introducción de ‘Rebeca’, el nombre de la esposa
fallecida empieza por R, su llavero es casi calcado al logotipo de su dueña en
Manderley, un póster de ‘Vértigo’ pegado en la pared de un
despacho… La verdad es que McGee no escatima a la hora de presumir de sus
referencias en todo momento. Pero, lo fundamental es que
la guionista se aleja de sus anteriores trabajos más centrados en
la comedia para cambiar por completo de registro.
Aquí, se respira maldad en cada esquina. Los
peores instintos de la raza humana emergen de las sombras para inundar
de oscuridad lo que antes era
un tranquilo pueblo irlandés donde nunca pasaba nada.
Hasta los personajes guardan estrecha relación con los de sus
referencias. Ophelia es un calco de
la segunda señora de Winter. Ingenua, sumisa y desesperante. Un
personaje femenino que
hoy en día resulta realmente sonrojante y demasiado antiguo. Además,
el trabajo de Emily Reid (Toque de queda)
no termina de ser convincente, incluso llega a dificultar nuestra
empatía. En la otra cara de la moneda nos encontramos con Michael, el
equivalente a Tony Wendice, aunque algo más maníaco.
Emmet J Scanlan (Gangs of London, Here Are the Young Men) nos ofrece
la mejor interpretación de la ficción. Enigmático e inquietante, en
ocasiones encantador. No puedo terminar sin destacar, para mal, lo que se
supone que es un homenaje a la perturbadora señora Danvers. Y es que
el papel que desempeña Eleanor Methven puede ser de lo más ridículo que
he visto en años.
‘El arte del engaño’ es una miniserie que pretende homenajear a
demasiados precedentes y
al final termina sin encontrar su propia identidad. Destacan su
acelerado ritmo, algunas interpretaciones y los hermosos paisajes
irlandeses. También cuenta con
algunos momentos de terror y suspense notables. No obstante, en
general la ficción y sus giros resultan demasiado previsibles, pese a
la insistencia de los guionistas en lo que a rizar el rizo se refiere, sin duda algo más de lo debido. Melodrama gótico, Hitchcock,
Daphne du Maurier… tantas referencias en las que inspirarse para acabar siendo tan poco
inspirada. Sin embargo, no se puede negar su acierto a la hora de entretener ya que, dependiendo como siempre del espectador,
estos cuatro episodios pueden ofrecerte un visionado ligero válido en
cualquier tarde libre.
Puntuación: 6/10
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