Sinopsis
En un futuro cercano, Estados Unidos se ve envuelto en una amarga guerra civil, dejando a Manhattan como una zona desmilitarizada (DMZ), destruida y aislada del resto del mundo. Esta historia narra la historia de la intrépida y feroz médica Alma Ortega (Rosario Dawson), quien emprende un desgarrador viaje para encontrar al hijo que perdió en la evacuación de la ciudad de Nueva York al inicio del conflicto. Avivando la llama de ese conflicto está Parco Delgado (Benjamin Bratt), el popular y letal líder de una de las pandillas más poderosas de la DMZ. Quiere gobernar este nuevo mundo, y no se detendrá ante nada para asegurar ese resultado. Alma debe enfrentarse a las pandillas, las milicias, los demagogos y los señores de la guerra que controlan esta tierra de nadie sin ley. Al hacerlo, se convierte en la fuente improbable de lo que todos aquí han perdido la esperanza.
Crítica de DMZ
Es curioso cómo para los estadounidenses ciertos conflictos bélicos están pasados de moda mientras que, de las guerras de las que sí se sienten orgullosos, continúan realizando proyectos como si no hubiese un mañana. Lo digo porque, el cómic que adapta la nueva miniserie de HBO Max, es una reacción post 11S en donde los acontecimientos de las desastrosas invasiones de Iraq y Afganistán se trasladaban a suelo estadounidense.
No obstante, si bien aquí el país sufre el mismo destino, tanto el creador de la ficción Roberto Patino como la productora Ava DuVernay dejan de lado este concepto del tebeo para buscar una serie de caminos y mensajes que poco tienen que ver con el material original. Otra producción más de alguien que cree poder hacerlo mejor cambiando la sobresaliente obra de unos artistas como Brian Wood y Riccardo Burchielli, todo para darnos un superfluo, poco convincente y asfixiante sermón sobre temas humanos fundamentales que otras producciones han sabido comunicar con un resultado óptimo sin tener que destrozar el trabajo de otros.

Vale, un hombre blanco periodista no es una elección interesante como héroe de una serie de televisión actual a no ser que se convierta en Venom. Esto es algo comprensible y no hay ningún problema con ello. Lo que no acabo de entender es qué tenía de malo cambiar el género y la etnia de Matty, el personaje principal del cómic, para así poder adaptar su historia y su interesantísima perspectiva periodística y política bajo la mirada de una protagonista femenina.
En cambio, en estas cuatro horas donde todo el desarrollo de la misma no tiene demasiado sentido, Patino convierte el material original en una trama genérica de una madre que busca a su hijo perdido, la cual evoluciona torpemente en una fábula tópica sobre el extranjero que llega a un lugar revuelto para poner orden y revolucionar el status quo. Es sin duda una decisión desconcertante, y para colmo, sus conflictos son manipuladores y están a la altura de una telenovela de pandilleros. Si además, en esta adaptación de tal espectacular obra presentas a uno de tus villanos con el famoso «Malamente. Tra, tra» de fondo, la verdad es que resulta difícil tomársela en serio.
Rosario Dawson (Dopesick: Historia de una adicción), quien aquí realiza una de sus mejores interpretaciones, es la encargada de interpretar a Alma, nuestra protagonista. Patino dice que este personaje está ligeramente basado en Zee Hernandez, uno de los más interesantes del cómic, pero quizá sea solo una excusa para seguir utilizando la palabra ‘adaptación’. En la serie, Alma busca a su hijo perdido por esta zona desmilitarizada de Nueva York que se encuentra en medio de unas elecciones y dividida entre distintas pandillas.
Esta se supone que es una sociedad distópica que está desquiciada, polarizada y llena de peligros. Sin embargo, en ningún momento la ficción genera esa sensación de estar ante un lugar de riesgos constantes, sobre todo porque Alma tiene conexiones bastante convenientes con todos los personajes importantes que le permiten ir caminando casi con total tranquilidad por el lugar. Así, Alma va de un lado a otro dando tumbos e intentando crear alianzas para conseguir un objetivo que poco tiene que ver con su premisa, además de con cualquier aspecto que tenga que ver con la obra original.

No voy a entrar en polémicas acerca de si estas grandes productoras creen que las heroínas solo puede conseguir la empatía del gran público si son madres, pues este sería un tema para otro día. Así que, en lo que a otros habitantes de DMZ se refiere, aparecen varios personajes del cómic, como los señores de la guerra Parco (Benjamin Bratt) y Wilson (Hoon Lee), los cuales son ‘víctimas’ de algunos giros que los involucran en esta nueva historia -nuevo universo, si apuramos- y que los llevan hacia el mismo destino, pero a través de un camino muy distinto.
No obstante, tanto los personajes como la propia ciudad carecen del trasfondo necesario y sus frustrantes diálogos explicativos no ayudan ni lo más mínimo. Que solo sean cuatro episodios no es ninguna excusa, porque si la miniserie no ofreciera una visión tan minimalista de la obra de Wood y Burchielli, y si sus responsables no se encontraran tan obcecados con su idea, en 240 minutos da tiempo de sobra para explorar muchos más aspectos de este mundo y ofrecer un retrato más rico y matizado sobre los mismos.
En definitiva, para los que no han leído el cómic, ‘DMZ’ puede resultar una miniserie muy humana con un mensaje actual y universal, aunque ejecutado de una manera superficial y melodramática. Unos guiones, al igual que ocurrió con la fallida ‘Fundación’, escritos para ajustarse a los estándares televisivos modernos, tanto en forma como en fondo, y aderezados con subtramas poco atractivas que a la hora de la verdad no aportan nada. Para los veteranos del tebeo, en líneas generales el conjunto no simboliza ni mucho menos lo que uno espera de una adaptación de esta obra.
Se aleja una barbaridad de todo lo que esta representa, sus conflictos son demasiado simples, su desarrollo es predecible e incoherente, su ritmo irregular y, además, se cree más radical y relevante de lo que es en su retrato de la división política y cultural a la que nos enfrentamos en la realidad. Para hablar de estos temas se pueden producir cientos de miles de series originales, y desde luego, para hacerlo no hace falta cambiar un material original que ya tiene muchísimo que decir por sí mismo.
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