Sinopsis
‘Caballero Luna’ está protagonizada por Steven Grant, un amable empleado de una tienda de regalos, sufre pérdidas de memoria y experimenta recuerdos de otra vida. Steven descubre que tiene un trastorno de identidad disociativo y que comparte cuerpo con el mercenario Marc Spector. A medida que los enemigos de Steven/Marc van convergiendo, debe lidiar con la complejidad de sus identidades mientras se sumerge en un misterio letal que habita entre los poderosos dioses de Egipto.
Crítica de Caballero Luna
Tras viajar al espacio unas cuantas veces, expandir su multiverso y coquetear con lo oculto, el Universo Cinematográfico de Marvel ya pedía a gritos seguir profundizando en sus aspectos más sobrenaturales. Por ello, mañana llega a Disney+ esta nueva serie que quizá no explora temas del todo inéditos en la franquicia, pero al menos su inicio sí que nos deja con unas formas que resultan frescas y únicas si las comparamos con el resto de la saga. Con la mitología egipcia por bandera y un superhéroe que debe adaptarse a sus múltiples personalidades, en el buen sentido de las palabras la ficción resulta una propuesta tan variable, inestable e impredecible como su protagonista.
Así, mediante un acertado pero un tanto desigual mejunje de tonos y géneros, nos adentramos en la interesante psique de Steven Grant (Oscar Isaac) mientras a su alrededor la aventura y la acción se entremezclan con lo misterioso y lo terrorífico. Todo esto la convierte en la producción más adulta dentro de las nuevas series de Marvel Studios, aunque desde luego está muy lejos de la rabiosa explicitud de ‘Daredevil’.

Haciendo uso de una cámara en mano muy juguetona, el primer episodio resulta un inicio tan confuso como el estado del despistado, torpe y encantador Steven Grant. Así, a medida que el piloto avanza, la serie se confirma como un thriller de terror psicológico bastante inquietante, misterioso y resultón. De esta forma, mientras Steven lidia con Marc Spector, su otra personalidad, e intenta averiguar lo que le ocurre, todo parece ser una mera ilusión fruto de su inestabilidad mental, lo que le trae muchos problemas y lo confunde todavía más.
Aquí, Steven sufre un cambio llamativo con respecto al cómic: no es rico ni cuenta con una posición social elevada. Este ajuste, seguramente pensado con la intención evitar las comparaciones de marras con Batman y Bruce Wayne, no difumina ni mucho menos la esencia ni la construcción del personaje. Es más, quizá lo hace más simpático para el público general, aunque a lo más puritanos del tebeo creado por Doug Moench y Don Perlin les podría chirriar este aspecto y el resto de cambios que lo acompañan.
Marc es todo lo contrario a Steven: seguro, violento, poderoso y está metido en líos que van más allá de la comprensión humana. Este es un contraste con el que la ficción juega constantemente durante unos primeros 45 minutos en los que Steven, de repente, se ve en situaciones que le sobrepasan por completo, algo que resulta confuso e hilarante a la vez. Cuando Marc empieza a tomar el control, la producción se desvía de su tono inicial para acercarse más a los estándares convencionales de la franquicia.
Por ello, a partir del tercer episodio, todo el thriller de terror psicológico se desvanece para dar paso a una propuesta de acción y aventuras, con algún que otro toque de terror, que en ocasiones recuerda en exceso a ‘La Momia’ de los 90. No solo por su inclinación hacia los escenarios y enigmas egipcios, sino también por su desarrollo y la dinámica Fraser-Weisz que el protagonista comparte con Layla (May Calamawy), un nuevo e interesantísimo personaje femenino creado en específico para esta historia.

Por su parte, la doble interpretación de Oscar Isaac (Secretos de un matrimonio) es todo lo que cabía esperar de un actor de su categoría, consiguiendo transformarse por completo a la hora de encarar ambas personalidades. El guatemalteco incluso se permite falsear con gracia el acento británico repipi de Steven, un detalle que lo diferencia de forma hilarante de un Marc estadounidense hasta la médula.
Para equilibrar la balanza, Isaac se enfrenta a un brillante Ethan Hawke (El pájaro carpintero) que encarna a Arthur Harrow, uno de esos villanos tranquilos y elegantes, pero amenazadores, conscientes tanto de sus virtudes como de sus defectos y que no descansan hasta lograr sus objetivos. Hay que decir que ambos son un auténtico lujo para Marvel y elevan la calidad de la producción hasta otro nivel cuando comparten pantalla. Producción la cual, por cierto, cuenta con uno de los mejores apartados técnicos y artísticos que nos han dejado las nuevas series de Marvel Studios hasta el momento.
Con ‘Caballero Luna’, Marvel Studios pretende alejarse todo lo posible del resto de sus series de Disney+. De hecho, este es uno de los pocos proyectos recientes que no cuentan con conexiones ni personajes conocidos de la franquicia, lo que le permite centrarse por completo en un protagonista que de por sí resulta un superhéroe poco corriente en su viaje -más de autodescubrimiento que de aceptación y madurez-. En ocasiones es enigmática y terrorífica, sobre todo durante unos brillantes dos primeros episodios que ofrecen uno de los inicios más destacados del año en televisión.
Sin embargo, algunos cambios de tono bruscos en sus momentos de terror resultan frustrantes. No es que los los chascarrillos marca de la casa sean demasiado abundantes, pero su humor se encuentra mejor integrado una vez pasamos a las aventuras en el desierto, tan divertidas como convencionales. Es una pena que, para contentar a todo tipo de público, su apuesta inicial por el thriller de terror psicológico se vea relegada tan pronto al limbo. De todas formas, la ficción deja bien claro en su cuarto episodio que todavía le quedan varios ases sorprendentes bajo la manga.
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