Podría haber dado mucho más de sí a nivel narrativo, pero es un un thriller resuelto con solvencia, entretenido y nada exigente para el espectador.
Amparo Seoane, la alcaldesa de Cedeira y la mujer con más poder de la
zona, es asesinada. Investigar el crimen va a convertirse en una
obsesión para Maite, sargento de la guardia civil, y
para Tomás, único testigo del asesinato. Para Maite, buscar al
asesino es una obligación, es su oficio. Para Tomás, que es
profesor de Literatura en el instituto y a quien nadie ha dado vela en este
entierro, es la oportunidad –posiblemente la última– de vivir una historia como las
que le apasiona leer, y quizá así poder contarla. Ambos abrirán una investigación que afectará al conjunto del pueblo. Todos, de un modo u otro, estaban relacionados con Amparo.
Todos tenían algo que ganar o que perder con su muerte.
Para aquellas personas que no lo sepan, la Rapa das Bestas es una fiesta
cultural gallega que
consiste en cortar las crines de los caballos para así poder,
principalmente, desparasitarlos. Desde luego, el hecho de que la nueva serie de los creadores de
'Hierro'
tome prestado para su título el nombre de esta tradición no es ninguna coincidencia. Al fin y al cabo, pese a proponernos el misterio de siempre y un asesino no
tan de marras, este thriller de Fran Araújo, Jorge Coira y
Pepe Coira es
un retrato tirando a costumbrista de nuestra sociedad. Eso sí,
haciendo especial énfasis en nuestros propios parásitos que, por desgracia, son muchos.
Es una serie que
vuelve a construirse en base a ciertos elementos que ya hemos visto en la
propia 'Hierro'. Es decir: nos propone un misterio en un lugar mágico donde nunca pasa
nada y alrededor del asesinato de una persona que no conocemos, pero quien por
supuesto esconde muchos secretos y está relacionada con los personajes que
veremos a lo largo de los episodios. Sin embargo, la gran diferencia es que
aquí desde muy pronto sabemos la identidad del asesino, por lo que
la ficción renuncia al quién para centrarse en el porqué, realizando
así una apuesta arriesgada que de seguro no funcionará con la misma fuerza para todos los espectadores.
No podemos negar que, más allá de sus bellos escenarios o la necesidad de
despejar sus incógnitas, la mayor atracción de la serie es el
camaleónico Javier Cámara (Venga Juan) y su Tomás, un
profesor nada vocacional que
odia su trabajo y así lo demuestra en cada clase. Tras descubrir el
cadáver, su actitud resulta un tanto sospechosa, pero es más bien fruto de
su peligrosa curiosidad y sus ganas de destacar en algo por ciertas
razones que es mejor no mencionar. De hecho,
Tomás vive en una ficción constante porque su propia realidad es muy
dura. Cámara realiza una interpretación que no decepciona, aportando a su
personaje
un conjunto de matices que lo hacen misterioso y extrañamente cercano a pesar de su tendencia a ser un inadaptado.
A su lado, menos conocida aunque rebosante de talento,
Mónica López (Hierro) interpreta con solvencia a Maite, una
sargento de la Guardia Civil que es algo ignorada por sus compañeros,
quienes prefieren explorar otras vías en la investigación antes de las que
ella propone. De hecho, si esto hubiera sido diferente la serie se habría acabado en dos
episodios, pero así es la vida. No es un personaje tan interesante como el de
Cámara, ni mucho menos, incluso
su arco parece un poco forzado al introducir un fuerte conflicto que en
realidad no tiene el peso esperado en la trama. Sin embargo,
ambos comparten una química estupenda pese a que su relación evoluciona de
una forma un tanto precipitada.
Entretanto, también se nos presenta a una serie de
sospechosos habituales que a su vez se erigen como los representantes del
mencionado 'retrato tirando a costumbrista de nuestra sociedad'.
Y aunque parezca la descripción del lado oscuro de cualquier gran ciudad, la
verdad es que en cada pueblo como este, por muy pequeño que sea, encontramos a
personas sin techo, apestados sociales, diferencia de clases, favores a deber,
monopolios, justicia turbia y, por supuesto, corrupción política en
abundancia. Varios de estos temas son tratados con mucha más sutilidad que
otros, pero
en su conjunto no consiguen rivalizar con nuestros protagonistas o todo lo
que tiene que ver con el asesino. De hecho, algunos parecen introducidos
más a modo de denuncia que de verdadera utilidad para la trama.
Hablando del asesino,
el que aquí se nos plantea resulta muy interesante, y no porque sea el
típico megalómano carismático que quiere conseguir reconocimiento o poder,
sino porque
es un 'villano' que rompe con las reglas habituales del género pese a que
su motivación sí sea clásica. Además es una persona imprevisible, ya que cuenta con una posición en el
pueblo que le permite tener escenas muy íntimas con sus habitantes, lo que a
su vez
ayuda a generar algo de esa tensión extra que se pierde tras su
revelación. Es más, podría decirse que
juega en esa liga de la ambigüedad moral que a Movistar Plus+ parece
encantarle
y, la cual, hemos visto recientemente en todo su esplendor en títulos como
'Nasdrovia'
o
'Todos mienten'.
De fotografía helada y paisajes espectaculares que Coira vuelve a exprimir al
máximo buscando siempre el mejor plano posible, 'Rapa' es un noir que
tiene mucho de thriller británico, pero todo a su vez se encuentra tan
influenciado por 'Hierro' que las comparaciones son inevitables. Y es
que en esta ficción, aunque en general no brindan tanta espectacularidad como
lo visto en la isla canaria,
Galicia y sus matices también actúan como un personaje más, influyendo
así de una forma u otra en la trama con elementos como la niebla o esos
tentadores recursos vírgenes que políticos y otros interesados buscan
explotar.
Es precisamente por la polémica construcción potencial de una mina que la
serie se pierde en una subtrama la cual, más allá de usarla como excusa
muy puntual para desviar la investigación, en realidad no tiene tal importancia en la historia como para
extenderse tanto en ella. Es de suponer que se ha querido dotar a la ficción de una denuncia política
y ambientalista, lo que al menos aporta algo de crítica social al conjunto, pero aun así termina quedándose corta en ello si tenemos en cuenta que los
guionistas parecen más preocupados por desarrollar a sus parásitos que de mostrar el
lado más humano del conflicto.
Como la mayoría de los thrillers, si hacemos caso omiso al hecho de que no
plantea un misterio muy rebuscado ni original, la serie no escapa a un desarrollo y resolución que se sienten forzados y convenientes. Culpa de ello es que, como mencioné con anterioridad, lo apuesta a todo al
porqué y no al quién, lo que
provoca una constante sensación de previsibilidad que elimina gran
parte del impacto, porque además muestra demasiado pronto todas sus cartas. Al final, esta
termina siendo una ficción que
pide mucha implicación hacia los personajes y sus conflictos mundanos,
la cual es recompensada con un desenlace cuyo pesimismo realista contrasta con una entrañable nueva
esperanza.
En definitiva, pese a que quizá sea demasiado flexible y tome muy pocos
riesgos, lo nuevo de los creadores de 'Hierro' es
un thriller resuelto con solvencia, entretenido y que no exige nada de seso
al espectador. Por supuesto, la ficción
podría haber dado muchísimo más de sí a nivel narrativo, pero su
reparto, su villano y sus escenarios
son de esos ingredientes que resulta difícil no querer probar en algún
momento. Desde luego, no va a marcar un antes y un después en la televisión de
nuestro país, y aunque por ahí pululen series del género mucho mejores, esta
es una de esas propuestas que resultan muy atractivas para cualquier fin de semana.
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