Lo nuevo de Moffat adolece de un guion terrible y un nivel de producción que en general está lejos de los estándares de HBO.
Henry, un bibliotecario con
un trastorno genético que le hace viajar en el tiempo de forma
involuntaria y esporádica, está casado con Claire, una artista que
debe lidiar con sus frecuentes ausencias. Evidentemente, su capacidad
única causa una serie de problemas atípicos en la relación, pero sus viajes
también
los obligan a conocerse de una manera que la mayoría de las parejas
normales nunca se ven empujadas a explorar.
Tras propuestas tan distintas como
'El proyecto Adam', 'Outer Range'
o
'Las Luminosas', ahora llega a HBO Max esta nueva versión en formato serie de la
famosa novela de Audrey Niffenegger, por lo que resulta evidente
que los viajes en el tiempo siguen de rigurosa moda durante estos meses. En esta ocasión, la ficción comienza ofreciéndonos una interesante y
diferente perspectiva acerca de los susodichos viajes en el tiempo, con sus
propias reglas que en realidad no son reglas en absoluto, para
diluirse poco a poco en una historia romántica al uso que no cuenta nada
nuevo pese a su rebuscada premisa.
No es la primera vez que la novela de Niffenegger ha sido adaptada ya que, en
2009, se estrenó la película 'Más allá del tiempo' con
Rachel McAdams y Eric Bana como protagonistas. En su momento, la
cinta fue masacrada por público y crítica a partes iguales, aunque
ahora el efecto nostalgia hace que se recuerde con algo más de cariño. La
verdad es que
no es una historia fácil de adaptar ni mucho menos. Sin embargo,
en HBO han confiado en el guionista británico Steven Moffat
(Doctor Who) y el director estadounidense David Nutter (Juego de
tronos) para intentar sacar algo de provecho, pero incluso así es seguro
afirmar que esta es una de esas obras que deberían haberse quedado relegadas al
papel.
A través de entrevistas protagonizadas por la pareja en distintas etapas de su
vida, la serie es narrada a base de tantos momentos aleatorios en el
tiempo que
la vuelven realmente laberíntica pese a la simpleza de sus conflictos,
algo curioso teniendo en cuenta que da tantas vueltas alrededor de sí misma
que nunca parece que vaya a llegar a algún sitio. Tanto es así
que, para no perdernos en el transcurrir de los eventos
-y también porque sus protagonistas envejecen de una forma bastante
irreal-, en vez de indicarnos el año en el que transcurre cada escena, la ficción
nos muestra mediante rótulos la edad que tienen los personajes en ese
momento.
Esta es una relación de amor incondicional a través del tiempo que recuerda
bastante a la que veríamos en 'Doctor Who', siete años después de la
publicación de la novela, entre la Amy Pond de
Karen Gillan y el Doctor de Matt Smith. Eso sí,
con un tórrido romance correspondido de por medio. Curiosamente, el
mismo Moffat se hizo cargo de la famosa serie a partir de esa quinta
temporada, por lo que la influencia de la obra de Niffenegger resulta más que evidente. Tampoco escapa a la
vista que los protagonistas son dos británicos interpretando a personajes
estadounidenses. Por un lado, Rose Leslie (Vigil: Conspiración nuclear) -pelirroja, por supuesto- y, por el otro, Theo James (Sanditon), un hombre muy atractivo y de moda, faltaba más. Y
ambos hacen lo que pueden con lo que tienen.
En la serie, la cual debería llamarse
'El viajero del tiempo y de vez en cuando su mujer', lo que más termina
llamando la atención con el paso de los episodios no es su premisa ni su
horroroso maquillaje, sino
un guion tan pobre que ni sabe qué hacer con su historia ni acierta a la
hora de construir a sus protagonistas. El Henry de James, cuya anatomía conoceremos a la perfección a los pocos
minutos, a veces conoce su pasado y otras veces no, y lo mismo ocurre con su
futuro, pero él intenta vivir como si no supiera nada de nada. Lo que
pasa es que, cada vez que viaja y por mucho que se empeñe en explicar la
aleatoriedad de sus viajes,
parece que siempre cae en el lugar más necesario para la trama.
Sí, un poco al estilo del Doctor, pero en general aquí es algo así como:
«¿Dónde está el drama? ¿Ahí? ¡Pues voy!». Es más, Henry en realidad
no aporta nada en absoluto a la extrañamente pasiva Claire de Leslie, y
sin embargo, esta lo espera durante toda su existencia y sufre hasta las
últimas consecuencias solo porque, cuando era menor de edad,
el señor que se le aparecía desnudo desde que era pequeña le confesó que
era el amor de su vida. Señor mayor, sí. No nos escandalicemos, pero aunque esta sea una idea
del amor que con toda probabilidad muchas personas verán con la baba caída y
deseando ser sufridores del mismo destino, la verdad es que hoy en día para otras tantas todo lo que representa se antoja
obsoleto, tóxico y vergonzoso en exceso.
'La mujer del viajero en el tiempo' es
una extraña apuesta que se desvía por completo de los estándares de HBO. No es una serie que esté interesada en hablar sobre temas delicados o
significativos, ni siquiera explica las razones de la condición del
protagonista ni profundiza en sus elementos de ciencia ficción. Lo
único que le importa a Moffat es
regodearse en el melodrama del romance y en las demás relaciones
superficiales entre los distintos personajes. Debido a esto, incluso
el juego del destino frente al libre albedrío que plantea resulta
previsible y vacío. Por ello, esta parece ser
una ficción más propia de Netflix, Showtime o la peor Amazon. Pero, ¿de
HBO? Esperemos que por esto no tengamos que hacer sonar las alarmas todavía.
Y ya no es solo que
su guion intente ser relevante a base de frases cliché sobre la vida o el
amor, sino porque en los últimos tres episodios, la serie pierde el poco interés
generado y se vuelve repetitiva, ya que
pide a gritos una implicación intensa con los protagonistas y su relación
ante la tremenda falta de sustancia de la que adolece. Es lo que suele ocurrir en este tipo de historias románticas que buscan un
giro o un gancho sobrenatural para dar la impresión de ser diferentes y
originales. No obstante, a la hora de la verdad, todo esto es una simple excusa que se deja
rápidamente de lado para centrarse en contarnos otro romance más.
Al menos, hay que admitir que en la ficción podemos encontrar ciertos aspectos explícitos que solo HBO se atrevería incluir, así como una buena cantidad de momentos 'cringe' que se nos quedarán
grabados en la mente y los cuales hay que saber sobrellevar. No porque estos sean maravillosos, sino porque tienen el potencial de
generar algún que otro trauma. ¿Creéis que habíais visto a un viajero del tiempo haciendo todo lo que
podía hacer? Imaginadlo con 16 años. Ahí lo dejo. Que sí, que estos elementos
a los que me refiero no desentonarían para nada en series como
'Future Man' o 'Legends of Tomorrow'. Pero, ¿en una serie que se
toma tan en serio a sí misma como esta? Sin comentarios.
Al final, tras tantas discusiones, misterios fallidos e incómodas escenas de
humor involuntario,
todo se reduce a una secuencia tan empalagosa que redondea el despropósito
con rimbombancia. Tampoco es que todo esté perdido ya que, para los espectadores que no
conozcan la novela, esta es una serie que solo
recompensa a aquellas personas muy aficionadas al género romántico y a las
que disfruten viendo el trasero de James cada cinco minutos. Si es así, enhorabuena, disfrútala como te mereces. Sin embargo,
para los demás puede ser tan irreal, tan edulcorada y tan anticuada que si no
alcanza el suspenso es porque, vista de cierta manera,
logra ser divertida como la parodia de algún fanfiction. Sí, HBO
también es capaz de fallar de forma estrepitosa.
Puntuación: 5/10
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