Un complejo, hermoso y emotivo relato a través de varias líneas temporales que no pierde toda su magia pese a los notables cambios a nivel narrativo.
En esta nueva temporada, Alma (Rosa Salazar) llega a la conclusión de
que hay misterios más profundos en el pasado de su familia. Sin
embargo,
nadie en su familia está interesado en descubrir verdades incómodas.
Finalmente convence a su hermana Becca (Angelique Cabral) para que la
ayude a investigar. A medida que las hermanas buscan respuestas, descubren
un complejo entramado de recuerdos que les ha llevado a lo que son hoy y se
dan cuenta de que sanar este trauma familiar puede mejorar sus vidas.
Este viernes, por fin vuelve a Prime Video una de esas series que
no se parecen a nada que podamos encontrar en la enorme oferta audiovisual
a la que tenemos acceso. Una serie de animación exigente y no apta para menores, porque es
una obra de arte rotoscópica que reflexiona sobre nuestra existencia y
nuestra capacidad a la hora de percibir la realidad, todo mientras
juega con el espacio y el tiempo de una manera tan densa como
sorprendente. Toda una bocanada de aire fresco que además provoca
debates en torno a temas como la esquizofrenia o nuestra forma de vida.
En esta ocasión, la nueva entrega de la ficción creada por Raphael Bob-Waksberg
(BoJack Horseman) y Kate Purdy (Cougar Town) no es tanto esa
vorágine de imparable locura espaciotemporal a través de la depresión y la
esquizofrenia que fue durante su primera temporada, sino que
se calma un poco para expandir sus horizontes con el objetivo de
profundizar más en otros personajes, así como en
el trasfondo de la familia protagonista en todas sus vertientes. Eso
sí, lo hace
cambiando por completo la realidad que conocíamos hasta ahora y
añadiendo un misterio familiar muy humano.
Sabiendo esto, podría decirse que Alma (Rosa Salazar) ya no es ese
personaje principal que carga con todo el peso de la trama, porque incluso
llegamos a ver muchas escenas clave en esta nueva realidad en las que ella
no se encuentra presente. De esta forma, tanto Becca como Camila (Constance Marie)
y Jacob (Bob Odenkirk) deben enfrentarse a los problemas generados por
este nuevo pasado y que
realmente afectan a ellos mucho más que a nuestra protagonista. Y es
que en esta temporada, cada uno de los personajes lidia con el mismo
sentimiento de incompletitud de Alma, por lo que ella se ve forzada ya no a salvar solo a su padre o a si misma, sino
también a varias generaciones de su familia.
Enorme carisma y simpatía aparte, ayuda mucho que Alma no sea ese típico personaje plomizo que retrasa el avance de la trama por
sus dudas o miedos. Todo lo contrario, porque siempre quiere arreglar las cosas y no importa si para conseguirlo tiene que renunciar a una vida entera, literalmente. Es más, la culpa y las consecuencias generadas a causa
de sus decisiones a la hora de intentar arreglarlo todo es lo que hace avanzar a la historia, realizando así
una ligera renovación a nivel narrativo, pero necesaria para evitar el
estancamiento.
Esto provoca que la nueva temporada también sea mucho más dramática, aunque esto no significa que renuncie a esa interesante mezcla de drama y humor que
realiza sobre todo a través de Alma. Sin embargo, sí que es verdad que
al principio la trama resulta menos atrayente en comparación con
la entrega anterior, en especial porque
rompe con esa incógnita que sugirió durante el último episodio en favor de
un giro que lo cambia todo nada más empezar, jugando otra vez con nuestra percepción de la historia
para volverla más confusa si cabía.
Debido a esto, y siguiendo las enseñanzas del 'bueno' de Jacob, uno acaba
intentando ver esta nueva tanda de episodios sin intentarlo, pero
intentándolo, y sobre todo haciéndolo sin comernos demasiado la cabeza
pensando en si lo que vemos es real o no. De hecho, tras un par capítulos, ya
poco importa lo que haya acontecido durante el excelente final de la temporada
anterior, porque otra vez, la ficción
coloca una nueva serie de conmovedoras cartas sobre la mesa y resulta
difícil no querer apostarlo todo con tal de conocer el resultado.
Si hay algo que sorprende, y esta nueva temporada lo confirma de manera
definitiva, sin duda es la poca repercusión que han tenido tanto la serie como sus interpretaciones entre esos círculos de 'especialistas' que premian 'lo mejor del cine y
la televisión'. Lo digo porque, en la actualidad, no existe muchas propuestas animadas de este nivel, así como tampoco resulta fácil encontrar personajes semejantes a Alma,
y mucho menos que estén interpretados con tanta naturalidad y aplomo como
hace aquí Salazar. Es otra forma elitista y absurda más de menospreciar la animación ya que,
con toda certeza,
si esta fuera una producción en imagen real las cosas en este sentido
serían bien distintas.
Y puede que sus formas no sean accesibles para todos, en
especial porque los escasos 23 minutos que dura cada episodio sorprenden por su densidad y complejidad. Sin embargo, lo que acontece en esta nueva temporada resulta algo más tangible, ya que nos ofrece una serie de conflictos más
simples y concretos. Esto no significa que la ficción haya reducido su calidad ni mucho menos,
sino que ha optado por sacar partido de los problemas más terrenales de sus personajes en
detrimento de la crisis existencial o la enfermedad mental. Es una decisión que puede ser vista como una genialidad o una traición a
su premisa principal, pero no por ello deja de perder toda su magia y emoción.
Por ello, la segunda temporada de 'Undone' es un
complejo, hermoso y emotivo relato a través de varias líneas temporales
que nos habla acerca de la familia, la inmigración, la herencia familiar, los
traumas del pasado y la aceptación. Además, esta nueva entrega realiza
una profunda exploración sobre cómo todos estos temas nos moldean como
seres humanos a lo largo de los años y si, a la hora de la verdad, la idea de poder cambiarlo vale la pena.
Otra historia universal la cual, más allá de lo interesantes y rompedores que
puedan llegar a ser sus elementos fantásticos,
tiene la capacidad de resonar en millones de personas alrededor del
mundo.
En cuanto a la verdadera situación de sus personajes, la verdad es que
resulta frustrante la ambigüedad de la serie a la hora de dar una respuesta
clara. De hecho, la posibilidad de que todo sea una fantasía es algo que, durante
la temporada, los guionistas
se empeñan en recordarnos incluso en los momentos más decisivos. Es
doloroso, chocante y a la vez catártico ya que, en definitiva, lo que menos importa es si todo lo vivido ha sido real o producto de una
esquizofrenia, porque lo fundamental es saber si este singular viaje ha servido para
sanar todas esas viejas heridas internas que nos acompañan a lo largo de la
depresión y el trauma. Al final, todos somos Alma, Becca, Camila y Jacob.
Puntuación: 8/10
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