Sinopsis
‘Outer Range’ cuenta la historia de Royal Abbot, un ranchero de los de antes, quien se enfrenta junto a su familia a la desaparición de su nuera Rebecca. Pronto se ven empujados al borde del abismo cuando los Tillerson -los ambiciosos propietarios del rancho vecino- quieren apoderarse de sus tierras. Entonces, una muerte prematura desencadena una serie de acontecimientos llenos de tensión. A partir de aquí, los problemas aparentemente cotidianos llegan a su punto álgido con la llegada de un misterioso agujero en la propiedad de los Abbott.
Crítica de Outer Range
Este viernes, Prime Video estrena una enigmática producción que ya desde el primer tráiler dejaba clara su intención de querer volarnos la cabeza. ¿Futuro clásico de culto? El tiempo lo dirá. Creada por el debutante Brian Watkins y de notable factura técnica, este thriller western que a su vez abraza otros géneros empieza con otro gancho innecesario, de esos tan de moda últimamente.
Así, esta visión de nuestro protagonista realizando una acción más que cuestionable nos avisa de que la manida trama que la ficción nos va a presentar a continuación no es más que una cortina de humo para esconder algo más impactante e inusual en forma de agujero -como si no nos hubiese quedado claro con la sinopsis y los adelantos-.
Tras esto, nos encontramos con una sucesión de tópicos propios de la América profunda: misas, rodeos, pubs de whisky y country, granjas interminables, disputas por trozos de tierra, masculinidad tóxica, etc. Todo ello conforma una ‘normalidad’ local la cual, a lo largo de los episodios, contrasta sobremanera con los extraños elementos que nos esperan.
En realidad, en su grueso la trama gira en torno a las consecuencias de un homicidio involuntario -como espectadores conocemos todos los detalles sobre el mismo- y su posterior investigación. Si esto lo unimos con la disputa familiar de marras por unas porciones de tierra, la serie deja un cierto regustillo a ‘Yellowstone’ que parece intencionado, incluso satírico si tenemos en cuenta que en ocasiones hace uso de un humor muy personal que puede cautivar tanto como sonrojar.
Es entonces cuando, en un interesante ejercicio de ironía, el misterio alrededor del susodicho agujero irrumpe en la ciega cotidianidad y empieza a excavar en la mente de los propios personajes hasta revelar sus verdades. De hecho, este enigmático socavón funciona como una gran caja misteriosa que de cierta manera se abre antes de lo esperado, pero esto no impide que rápidamente se genere un enorme número de preguntas cuyas respuestas, como es lógico, tardan en llegar o no se manifiestan de la forma esperada.
Josh Brolin (Dune), que interpreta al protagonista Royal Abbot, está en su salsa como el perfecto vaquero estadounidense, casi anacrónico a estas alturas de nuestra existencia, en una suerte de mezcla entre Clint Eastwood y el Jeff Bridges actual que supone su mejor papel en años. Él, su esposa -maravillosa Lily Taylor (Perry Mason)-, su nieta y sus cada vez más incontrolables hijos, se ven envueltos en una inesperada serie de acontecimientos que también involucran a la familia Tillerson –liderada por un sorprendente Will Patton (Yellowstone) y su cantarín hijo-, a una sheriff nativa y a Autumn, una hippie algo rarita interpretada por una fantástica Imogen Poots (French Exit) que quiere acampar en el rancho y quien, para sorpresa de nadie, esconde mucho más de lo que aparenta.
Si entre los Abbot no se respira otra cosa que desgracia y oscuridad, en lo que respecta a los Tillerson se construye un curioso aura de desenfado alrededor de su propio trauma, incluso musical y onírico si apuramos. Esta, junto al indescifrable y desquiciado personaje de Poots, son algunas de las rarezas con las que la ficción nos intenta sorprender -y desencajarnos-, aunque no siempre con el mismo resultado.
Además, resulta complicado profundizar en todos los matices de ‘Outer Range’ sin destripar algunos aspectos fundamentales de su trama, porque todo en ella es un misterio delicado. Digamos que, en lo que respecta al agujero, han habido otras propuestas recientes que han sabido jugar con sus ‘poderes’ con más espectacularidad y mejores resultados -su referente más directo en este sentido sería cierta serie de Netflix que es mejor no nombrar-.
Hasta podría decirse que varios de los giros relacionados con él se encuentran tan cogidos con pinzas que nos exigen una suspensión de la incredulidad enorme -más aún que con la existencia del socavón en sí mismo-. Sin embargo, no sería de extrañar que su presencia signifique algo más allá de lo superficial, como podría ser ese cubo en el que lanzamos toda la basura interior de la que nos queremos librar, así como el vacío legal existente en esta clase de lugares apartados o ese inalcanzable pozo donde va a parar todo aquello que nos ocultan desde arriba. Decisiones que, de una forma u otra, tarde o temprano acaban teniendo consecuencias.
El guion también juega con esa frustración adictiva más propia del thriller que de la ciencia ficción con la que coquetea la serie, porque después de cada cliffhanger relacionado con el agujero, en el siguiente episodio parece que no ha ocurrido nada en absoluto al respecto. Una fórmula que aprovecha el ansia de respuestas del espectador para estirar su misterio lo máximo posible, tal y como otras series al estilo ‘Perdidos’ hicieron tan bien. Son recursos narrativos que, cuestionables o no, a la hora de la verdad funcionan como ninguno.
Tampoco deja de resultar curioso el hecho de rodear tanta normalidad y tantos tópicos con un enigma tan pronunciado, así como con un sinfín de rarezas y locuras que se manifiestan en los propios personajes al más puro estilo ‘Twin Peaks’ -y a las que hay que saber abrazar ciegamente-. Teniendo todo esto en cuenta, que me lancen al agujero si esta no es la propuesta más rara y arriesgada de la plataforma de Amazon hasta la fecha. Un western tan impredecible como original, fascinante y absorbente que no dejará a nadie indiferente.
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