Un final caótico, hilarante y algo precipitado que gana en surrealismo cuanto más se acerca a nuestra realidad.
Seis meses después de que Edurne (Leonor Watling) disparase a Aleksei, ella y Julián (Hugo Silva) son ahora parte de la organización criminal de Boris (Anton Yakovlev), para el que trabajan como asesores legales. Sin
embargo, los dos se encuentran en momentos muy diferentes. Si en
la primera temporada ambos trataban de superar la crisis de los 40, en esta
segunda entrega la vida les ha pasado por encima. Julián se ha
resignado a su rol en la mafia y poco a poco descubre que se siente cómodo en esa posición. Por su parte, Edurne no acaba de encajar en la organización y no hay día en el que no piense en escapar.
Esta semana vuelve a Movistar Plus+ una de las series españolas de
comedia más originales de los últimos años. Fresca, desternillante y algo
extravagante, la ficción creada por Sergio Sarria, Miguel Esteban y Luismi Pérez funciona como
un delirante cóctel de humor negro y thriller que sabe desarrollar a sus
protagonistas sin renunciar a reírse de su propio drama. Vamos, tan consciente como cínica en su retrato de la crisis de los 40 y la
mafia. Ahora, la serie regresa con
más personajes y subtítulos que nunca. Y cuando la pandemia entra en
juego, como no podía ser de otra forma, todo se torna tan realista que resulta surrealista...
Tras un pequeño salto en el tiempo,
la serie empieza de una forma mucho más oscura, contagiándonos así el
estado de ánimo de su protagonista, ni más ni menos. Ahí está
Edurne (Leonor Watling), la pobre, amargada y con razón mientras deambula como un zombi entre su imaginación y la realidad. Tiene la peor suerte del mundo, eso está claro, y encima el miedo a hacerse vieja se ha convertido en un necesario y urgente deseo
de envejecer cuanto antes. Eso sí, muy lejos. En cambio, a su lado un Julián (Hugo Silva)
algo más desaparecido se manifiesta demasiado frío e indescifrable. Esto provoca que Watling y Silva
tengan que enfrentarse a unos personajes con más matices que en la anterior
temporada, y vaya si dan la nota.
Si entre ellos y la mafia rusa no teníamos suficientes jugadores, en el juego
también entra
una mañosa agencia de asesinos a sueldo cuyos integrantes lucen motes de
The Beatles, además de
una inspectora de policía que tiene mucho que perder y su compañero.
Sin embargo,
todos y cada uno de los rusos continúan siendo los personajes más
interesantes con diferencia, pues además de su carisma, protagonizan las mejores escenas y tienen las discusiones más hilarantes. Da igual si pasan de matar a alguien a sangre fría a hablar sobre
'Outlander' o a preocuparse por el estado de las UCIs, todo lo que les
rodea siempre funciona, por muy disparatado que a veces resulte.
Lo malo de esto es que, introducir a tantos personajes novedosos en una
temporada final tan corta como esta,
hace que algunos de los que a priori se antojaban importantes pasen sin
pena ni gloria. Es más, todo el desenlace resulta demasiado precipitado. No
obstante, nada impide que esta última entrega de 'Nasdrovia' cumpla con
creces. Sí, en ocasiones es más oscura y deprimente, pero a la vez muestra un
humor todavía más negro y seco que en sus primeros capítulos. A su vez,
los nuevos episodios cuentan con varios giros inesperados y
una buena cantidad de momentos hilarantes con los que es imposible no
reírse, sobre todo porque
en alguno que otro nos vemos inevitablemente reflejados.
Además, la serie resulta mucho más caótica, ya que los personajes se
encuentran conectados de una forma u otra, y cuando empiezan a encontrarse,
la trama empieza a convertirse en un imprevisible juego del gato y el
ratón en el que todos quieren matarse. Y pese su final tan abrupto y frustrante,
realmente no tendría demasiado sentido continuar tal y como se han
desarrollado los acontecimientos. Aun así, si los responsables quisieran,
no me importaría para nada ver una nueva tanda de episodios. Lo
siento por las vidas de Edurne y Julián, ya habrán pasado por mucho y bla
bla bla, pero que sean tan exóticas y entretenidas no es culpa mía.
Mientras tanto voy preparando unos blinis.
Puntuación: 7/10
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