Una serie inquietante, magnética e intensa que se erige como un nuevo y arrollador triunfo de Apple.
Mark Scout (Adam Scott) dirige un equipo en Lumon Industries,
cuyos empleados se han sometido a un procedimiento quirúrgico que separa sus recuerdos entre su ámbito
laboral y su vida personal. Este atrevido experimento de "equilibrio entre el trabajo y la vida
personal" se pone en tela de juicio cuando Mark se encuentra en el centro
de un misterio que lo obligará a confrontar la verdadera naturaleza de su
trabajo... y de sí mismo.
Apenas estamos en febrero y Apple TV+ ya va a estrenar este
viernes una de las mejores series que veremos este año, sin ninguna
duda. Creada por Dan Erickson y dirigida casi en su totalidad por
Ben Stiller
(Fuga en Dannemora), la serie nos introduce en una empresa de aspecto
retrofuturista en la cual, el balance entre vida personal y trabajo adquiere un significado totalmente
radical. Un lugar en el que
la capacidad de decisión de sus trabajadores se ve reducida a la mínima
expresión, pues los mismos
son tan solo versiones en blanco de sus yo exteriores que
ignoran todo lo que ocurre y existe fuera de las oficinas. No obstante,
el ser humano siempre necesita encontrarse a sí mismo y abrirse paso entre
la vida, cueste lo que cueste. De esta manera, Erickson y Stiller dan forma a
un sorprendente ejercicio de humor inexpresivo y terror psicológico que
evoluciona hasta convertirse en
una historia de revolución muy característica de la ciencia ficción.
Entre tanto, la serie también funciona como
una perversa y magistral sátira del empleo de oficina moderno. Ese en
el que, en un mundo cada vez más competitivo, express y volátil,
el estrés y la monotonía se intentan compensar con terapias y juegos en
grupo o chantajear con pequeñas ventajas materiales más allá del salario. Por supuesto, nada de esto sería posible sin un edificio-ciudad en el
cual, la empresa se asegura de que sus empleados tengan todo lo necesario para no
necesitar salir de él durante las horas de trabajo. Asimismo, todo ello adquiere un tono más siniestro cuando por ahí deambulan
caudillos de oficina que vigilan a los trabajadores luciendo una sonrisa
falsa en la boca. Hasta que alguno falla, claro, y en ese preciso instante
todo ese frágil y forzadísimo buen ambiente salta por los aires. ¿Trabajáis en un sitio así? Os compadezco, porque para soportar tanta
dictadura encubierta puede que, en efecto, necesitéis separar vuestras vidas del trabajo.
Lo triste es que aquí algunos intentan escapar del dolor de su vida.
Así, con este novedoso y terrorífico procedimiento llamado 'separación', Lumon
se permite amoldar a sus trabajadores para ajustarlos a sus protocolos,
obedeciendo cada orden, suprimiendo sus sentimientos todo lo que sea posible y
haciendo que el único que prevalezca sea el de pertenencia,
mientras que por fuera del edificio son personas completamente distintas. Es más, se puede apreciar
cierto símil de la evolución humana en el desarrollo de los personajes y
eventos ya que, para estos seres humanos de mente reseteada, su piso de
oficinas
funciona como un pequeño y desconocido mundo que se presta a la exploración
y al cartografiado. Incluso cada departamento es como un país con el que hay que conectar y entablar
amistad. Además, en él tienen lugar pequeñas guerras, revoluciones y romances
efervescentes, pero siempre con ese punto de inocencia de aquel que poco conoce.
Negacionistas a su manera, los pasivos Mark -sí, en plural- de
Adam Scott (Big Little Lies) protagonizan la serie junto a la
novata y revolucionaria Helly R. (Britt Lower), que
nada más despertar empieza a cuestionarlo todo. A su lado se encuentran
sus compañeros Dylan (Zach Cherry) e Irving (John Turturro),
competitivo y taciturno respectivamente; y todos ellos están supervisados por
el desconcertante Milchick (Tramell Tillman). Juntos forman un
reparto sin fisuras coronado por una excelente interpretación de
Patricia Arquette (The Act), así como por la aparición de un encantador
Christopher Walken (The Outlaws). La verdad es que resulta
una inquietante y a la vez entrañable delicia ver cómo sus dinámicas y sus
relaciones van evolucionando en la oficina. No obstante, no todo ocurre dentro de Lumon, pues a medida que la ficción
avanza y nos introducimos en las vidas reales de los protagonistas,
poco a poco empezamos a conocer más sobre sus razones para someterse al
procedimiento.
Sin embargo, es una pena que la trama principal acabe absorbiendo todos los maravillosos matices que se
pueden apreciar entre los vacíos y misteriosos espacios y pasillos de las
oficinas. Y es que no habría estado nada mal pasar más tiempo dentro que en el
'mundo real', donde los acontecimientos se desarrollan a través de un thriller que
resulta un tanto más manido. Una vida que además se manifiesta extraña, triste y sobrante, lo que
explica por qué algunas personas optarían por separarla definitivamente de su
trabajo. Al menos, esto permite construir
unos últimos episodios realmente intensos e intrigantes que aprovechan
lo mejor de ambos mundos y que también explotan sus rarezas, confirmando que
estamos ante una de esas series en las que
en cada episodio nos invade la imperiosa necesidad de saber más y más,
pero al final nos acabamos encontrando con
un sinfín de preguntas y muy pocas respuestas. Por no hablar de
un terrible cliffhanger que tiene lugar en un desenlace bastante
incompleto.
Si 'Fuga en Dannemora' ya era buena, con 'Separación' Stiller se
consagra como
un director realmente interesante dentro de la industria estadounidense. El cineasta por fin termina mostrando
un gran alarde de imaginación y meticulosidad en lo que al aspecto visual
se refiere. Por eso, no es de extrañar que la serie haga gala de
un apartado técnico impecable. De hecho, si me permitís decirlo, en su
mayor parte este es puro cine y un caramelito para sus estetas.
Junto a Jessica Lee Gagné, Stiller crea
unas imágenes simétricas alrededor de Lumon que colisionan con todos
esos elementos asimétricos de la trama. Incluso la sincronización de la música con las mismas se encuentra hilvanada de una forma inteligente. Además, resulta muy atractivo cómo logra equilibrar sus rasgos más perturbadores y dramáticos con ese humor seco que rezuma la ficción.
Pese a que Stiller
arriesga a la hora de enfocar el ritmo de sus primeros episodios, nada
de ello impide que nos encontremos ante una serie inquietante, magnética e intensa que se erige como un nuevo y arrollador triunfo de Apple.
Además, aunque el guion de Erickson se empeña en
tapar cada agujero que pueda tener con algo de exposición, cada diálogo
es relevante para la trama y logra hacernos reflexionar no solo sobre nuestro
propio trabajo, sino también acerca de cuál es en realidad nuestra capacidad para equilibrar empleo y vida, así como de nuestra propia identidad y estabilidad emocional. Y es
que, si eliminamos sus aspectos más fantásticos, terroríficos y psicodélicos,
la ficción resulta tan real que,
dentro de su divertida y amenazadora oscuridad, duele sin remedio.
¿Dónde somos más felices? ¿De verdad lo somos? ¿De quién es la culpa? ¿Qué
vamos a hacer para cambiarlo?
Puntuación: 8,5/10
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