HBO Max estrena el próximo martes 25 de enero la serie ‘La edad dorada’, el nuevo drama de época creado por Julian Fellowes (Downton Abbey) junto a Sonja Warfield.
La Edad Dorada estadounidense fue un período de inmenso cambio económico, de gran conflicto entre las viejas costumbres y los nuevos sistemas, y entre las enormes fortunas ganadas y perdidas. Con esta transformación como telón de fondo, la serie comienza en 1882, en plena Edad Dorada estadounidense, con la mudanza de la joven Marian Brook de la zona rural de Pensilvania a la ciudad de Nueva York. Tras la muerte de su padre, Marian va a vivir con sus tías adineradas Agnes van Rhijn y Ada Brook.
Acompañada por Peggy Scott, una aspirante a escritora que busca un nuevo comienzo, Marian se ve envuelta de forma inesperada en una guerra social entre una de sus tías, hija de la vieja riqueza, y sus vecinos tremendamente ricos, un magnate ferroviario despiadado y su ambiciosa esposa, George y Bertha Russell. Expuesta a un mundo al borde de la Edad moderna, ¿Marian seguirá las reglas ya establecidas por la sociedad o forjará su propio camino?
La serie de nueve episodios está protagonizada por Carrie Coon, Morgan Spector, Denée Benton, Louisa Jacobson, Taissa Farmiga, Blake Ritson, Simon Jones, Harry Richardson, Thomas Cocquerel, Jack Gilpin, con Cynthia Nixon y Christine Baranski.
Primeras impresiones de La edad dorada
En este piloto de 80 minutos ya podemos apreciar muchos de los elementos característicos de las series de Fellowes. Sin embargo, en esta ocasión el guionista nos lleva más allá de su sobreexplotada división de clases para ahondar en algunos aspectos fundamentales que, por desgracia, muchas veces se pasan por alto en este tipo de historias: el papel de la mujer reflejado en su protagonista, el racismo tras la abolición -con los blancos menos privilegiados mostrando sus propias reticencias al respecto-, o todo lo que rodea al conflicto entre lo nuevo y lo viejo son las novedades más atractivas.
Además, el hecho de ser una producción de HBO permite a Fellowes experimentar con una cierta oscuridad la cual, sin renunciar a la solemnidad propia de este subgénero, se nota sobre todo en la perversidad que demuestran la mayoría de los personajes.
De todas formas, Fellowes tampoco parece arriesgarse demasiado en lo narrativo, y pese a las ventajas, opta por plantear unas subtramas que se asientan en lugares comunes. No es que sus intenciones tengan como objetivo cambiar la televisión para siempre, y desde luego, los apabullantes valores de producción y el buen hacer de su reparto maquillan esta cierta falta de ideas. Al final, esta es una serie que gustará a los que disfrutan viendo cómo una panda de ricos se lanza agudas miradas de envidia entre ellos mientras los demás ‘desgraciados’ miran como pasmarotes.
Eso sí, hay algo en este retrato de una sociedad ampliamente dividida por cualquier razón que resulta de rabiosa actualidad, sobre todo después de que la pandemia -y algunos otros hechos ocurridos durante la misma- aumentara todavía más la brecha entre unos y otros. Por eso, si lo de empatizar con ricos no es lo tuyo, quizá encuentres varios personajes por los que valga la pena quedarse.
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