Sinopsis
Tres meses después de los eventos del final de la segunda temporada de ‘Servant’, las cosas parecen haber vuelto a la normalidad en casa de los Turner. Dorothy y Sean se dedican a Jericho en cuerpo y alma, Julian tiene una nueva novia y Leanne se ha mudado de nuevo a la casa. Con la amenaza de la secta cada vez más cerca y unos sospechosos visitantes en un parque cercano, Leanne hace todo lo posible para sentirse segura pero en última instancia solo causa más caos para la familia Turner. Cuando Sean comienza a confiar en el poder de Leanne, Dorothy se siente cada vez más amenazada y se preocupa por la seguridad de Jericho. Mientras los Turner luchan por mantener a su familia intacta, tendrán que aceptar el precio del regreso de Jericho. Como se suele decir, «ten cuidado con lo que deseas».
Crítica de la tercera temporada de Servant
El creador Tony Basgallop (Hotel Babylon), junto al productor y director M. Night Shyamalan (Tiempo), continúan estirando el chicle del misterio con la tercera temporada de lo que con anterioridad era un espeluznante e imprescindible retrato de la pérdida. Ahora, la serie de Apple TV+ nos propone algo diferente a lo que estábamos acostumbrados y se ha convertido definitivamente en un thriller de terror, poderes sobrenaturales y cultos que además disecciona con maldad la vida de una familia blanca privilegiada.
Esto no evita que la ficción poco a poco de síntomas de estar perdiendo su sustancia inicial para dar paso a una propuesta un tanto más convencional y desenfadada. Al menos, tras tantos giros y enigmas, por fin pudimos conocer algunas respuestas durante la anterior entrega que aportaban algo de luz a este inquietante embrollo. Sin embargo, todos los espectadores coinciden en un aspecto: siguen sin ser suficientes. De momento, en estos primeros episodios parece que tendremos que seguir teorizando.
Ya de entrada nos encontramos con una Leanne (Nell Tiger Free) algo más integrada y desmelenada, pero también muy inestable y traumatizada por los eventos del final de la segunda temporada. Mientras, los Turner, que parecen no haber aprendido absolutamente nada durante estos 20 episodios, siguen enfrascados en la ilusión de tener una vida normal, y además, tampoco es que empaticen demasiado con el dolor de la niñera. Todo lo contrario.
De hecho, es la actitud de los miembros de la familia lo que provoca que los poderes de Leanne, en forma de maldiciones instantáneas, emerjan en momentos en los cuales ni ella misma se lo espera. Con su notable interpretación, Tiger Free consigue sumergirnos en la ascendente paranoia de su personaje, sobre todo cuando el guion la coloca en situaciones en las que debe conocer a la fuerza cómo funciona el mundo real para una mujer -y en especial para una tan inocente y con tan poca experiencia en nuestra forma de vida-.
Por otro lado, con Julian (Ruper Grint) limpiándose de sus adicciones y Sean (Toby Kebbell) tan encapsulado en su cocina como siempre, Dorothy (Lauren Ambrose) parece estar más pendiente de la seguridad de Jericho que de ser una madre real para él. Junto a Leanne, la mujer interpretada con mucha agudeza por Ambrose continúa siendo el otro personaje más complejo de la serie. Y es que en este inicio de temporada, Basgallop la coloca en una posición muy interesante.
Tras todo lo ocurrido hasta ahora, no era de extrañar que su estatus como periodista haya quedado en entredicho, sobre todo cuando se ha asegurado de ocultar su propia basura: secuestros, maltratos, chantajes, manipulaciones… Esto toma especial relevancia cuando aquí la vemos intentando recuperar su carrera sin renunciar a querer sacar a la luz la porquería de los demás. Todo con el objetivo de lavar su imagen de los rumores, ya sea cubriendo noticias de forma oportunista u organizando eventos en los que pueda quedar bien.
Todo esto confirma lo siguiente: en estas dos últimas temporadas se puede apreciar cada vez más esa gruesa capa de comedia negra, aunque ya si es voluntaria o involuntaria solo Basgallop y Shyamalan lo saben, pero también resulta algo evidente que aquí hay bastante de eso que se denomina ‘sinsentido blanco’.
Los personajes principales -y en esta temporada algunos otros-, la mayoría de ellos blancos y adinerados, bucean en su burbuja post-traumática creyéndose con el derecho de hacer lo que les venga en gana -y haciéndolo, claro- mientras da la casualidad de que sus actos y decisiones, hasta las más estúpidas, afectan en especial a individuos como el ‘detective’ Roscoe (Phillip James Brannon) o Tobe (Tony Revolori), los cuales, recordemos, no lo son y además son tratados como meros secundarios. Y en estos primeros cinco episodios el concepto se extiende hasta niveles hilarantes, pero es mejor no dar detalles al respecto.
De resto, en esta primera mitad de temporada, ‘Servant’ se revuelca en su propia fórmula y vuelve a no avanzar hacia ninguna parte, dejándonos una vez más indefensos ante la gran cantidad de preguntas y la frustrante escasez de respuestas. Aun así, continúa siendo una serie imprevisible incluso cuando no ocurre nada, pero además no pierde la forma gracias a algunas decisiones a nivel cinematográfico y narrativo que sorprenden una vez más, para bien y para mal.
Los nuevos episodios también cuentan con más claridad que las entregas anteriores -salimos fuera de la casa durante un buen rato-, lo cual contrasta con ese foco constante en una Leanne que alberga una oscuridad creciente en su interior. Esto a su vez aporta una mayor dosis de tensión e intentos de sustos repentinos durante las secuencias que protagoniza. Con todo, aunque sea un inicio que deja un poco frío, la ficción sigue contando con los ingredientes suficientes para querer continuar con su historia. Eso sí, tras tres temporadas, la paciencia empieza a agotarse.
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