La serie continúa siendo mucho más costosa que relevante, pero al menos sigue entreteniendo como pocas.
Retomando desde los sucesos explosivos de la primera temporada, la segunda recupera al equipo de The Morning Show recuperándose de la destrucción causada por las acciones de Alex (Jennifer Aniston) y Bradley (Reese Witherspoon), testigos de un nuevo UBA y un mundo en continuo cambio, donde la identidad lo es todo y el abismo entre cómo nos presentamos y cómo somos en realidad juega un papel decisivo.
Tras casi dos largos años, la esperadísima segunda temporada de la serie creada por Kerry Ehrin (Bates Motel) al fin se estrena hoy en Apple TV+. La trama se sitúa unos meses después de la confesión de Alex (Jennifer Aniston) ante todo el país, en un momento en el que reina una paz engañosa dentro del plató. Con tantos desastres causados por algunos personajes durante la anterior entrega, es normal que en esta nueva tanda de episodios los protagonistas intenten encontrarse a sí mismos gracias a segundas oportunidades e intentos de redención. Pero, aunque parece haber buen ambiente en esta etapa de El Matinal, en realidad se respira un terrible tufillo a falsedad e inseguridad. Hay nuevas incorporaciones en el equipo de trabajo y varios roles en la cadena de mando han cambiado, y por supuesto nadie quiere dar un paso atrás ni regalar nada en absoluto.
No obstante, en lo personal no pude evitar tener la sensación de que en esta temporada la representación femenina es copada en su mayoría por Alex y Bradley. No sé si en realidad los guionistas no saben cómo aprovechar al resto de las mujeres de la serie, o esta una estrategia planificada para distanciarse de forma radical del #MeToo y lo visto en la anterior entrega, colocando así a los hombres en posiciones más vulnerables. Como Cory (Billy Crudup), el cual debe enfrentarse a unos sentimientos que creía extintos. Lo que si está claro es que, en comparación, los personajes masculinos gozan de mayor importancia. Sí, por supuesto que vemos de nuevo a Mia (Karen Pittman) y también conocemos a Stella (Greta Lee), la nueva -y primera- presidenta de noticias del canal, pero sus roles dentro de la novedosa dinámica de poder no se sienten lo suficientemente explotados.
La serie vuelve a proponer situaciones incómodas relacionadas con temas muy
delicados, siendo los hombres en especial los que se encuentran en el punto de mira. Entre ellos, Mitch (Steve Carell) protagoniza una
subtrama -¿de redención?- junto a una
carismática Paola (Valeria Golino) que al principio no tiene demasiado sentido, pero a medida que se desarrolla resulta un agradable descanso del bullicio hipócrita e histérico del
plató. Por su parte, Daniel (Desean Terry) se queja de
que por su color de piel la cadena no lo coloca en la
posición que cree merecer. Además, sin venir muy a
cuento, Chip (Mark Duplass) recibe su dosis de reprimenda
por ser lo que es. Incluso Yanko (Néstor Carbonell)
debe enfrentarse a ciertos problemas relacionados con la
apropiación cultural y el racismo, pero no de la manera que uno podría pensar.
En otro orden de ideas, uno de los aspectos a comprobar en esta temporada
era si la showrunner sentiría la necesidad de retratar los sucesos relacionados con el
COVID-19 desde la perspectiva de los medios de comunicación. Sin embargo,
durante la mayor parte de la nueva entrega el virus en EEUU es como un ruido de fondo que se escucha en los
televisores, mientras que en China o Italia la serie sí muestra algunas de sus
tempranas consecuencias. De hecho, la ficción dilata todo lo posible el impacto de la pandemia
y no es hasta los episodios finales cuando los guionistas
aprovechan para generar situaciones algo más oportunistas que
impactantes al respecto. De todas las posibilidades que había, digamos que
finalmente han elegido la más fácil, forzada y vacua, pero a su vez
también es un alivio que Ehrin y compañía no reiteren demasiado en este
asunto.
En esta segunda entrega, la ficción toca una gran cantidad de temas de
actualidad tales como
el racismo sistémico, la fluidez sexual, el peligro de las redes
sociales o el sexismo. Sin embargo, la serie da a estas denuncias un tratamiento más breve y superficial de lo esperado, negándose a ir un paso más allá en muchos casos. Es en la dificultad para
adaptarse a un mundo cada vez más despierto y exigente donde la temporada
insiste con más fuerza. De esta forma,
los nuevos episodios hacen especial hincapié en la 'cultura de la
cancelación'
y cómo nuestra estabilidad en la sociedad actual pende de un hilo finísimo.
Tan solo basta con la palabra de un periodista, un mal acto grabado o una
filtración y
nuestras vidas pueden cambiar y quedar marcadas para siempre en cuestión
de segundos. Por supuesto, nuestros protagonistas no iban a ser menos y
tendrán que enfrentarse a ello a su manera.
Puntuación: 7/10
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