Aunque lastrada por sus numerosos problemas, la película es un entretenimiento
válido para los peques de la casa.
Un inimitable kinkajú -un ‘oso de la miel’- llamado
Vivo se pasa la vida tocando en una plaza de La Habana con su
dueño Andrés. Puede que no hablen el mismo idioma, pero, gracias a
su mutuo amor por la música, son el dúo ideal. Andrés recibe una
carta de la famosa cantante Marta Sandoval, su excompañera, en
la que le invita a su concierto de despedida con la esperanza de reconectar con él. Pero poco después se produce una tragedia y será Vivo quien
deba entregarle a ella el mensaje que Andrés no pudo darle: una carta de amor, escrita hace mucho tiempo, en forma de canción. Sin embargo, si quiere conseguir su objetivo, Vivo necesitará la ayuda
de Gabi, una adolescente muy despabilada que marcha al son de su
propio y peculiar ritmo.
Este viernes, Netflix estrena la primera película animada
musical de Sony Pictures Animation que llega en un más que evidente
intento por tener su propia ‘Coco’. Dirigida por Kirk DeMicco (Los
Croods), la cinta nos propone un accidentado viaje lleno de música que empieza
en la ciudad de La Habana, un interesante escenario algo desaprovechado y
romantizado consciente de que esta es un filme infantil, así que
no esperemos un fiel retrato de la realidad del país. De esta forma, un
oscuro giro tempranero es el catalizador de una aventura que
comienza con fuerza y encanto y va desinflándose poco a poco a medida que
avanza.
A priori, uno de los mayores reclamos de la película son las canciones
originales de Lin-Manuel Miranda. Estas mezclan ritmos tradicionales
cubanos con sonidos caribeños y exceso de electrónica y hip hop -varias
recuerdan a ‘Hamilton’ de forma inevitable-, algo que
puede funcionar peor o mejor según la secuencia y la tolerancia musical del
espectador. Para un servidor resultan más bien decepcionantes, pues
no habría estado mal que los temas se centraran exclusivamente en la música
cubana
y que no fueran dando tumbos entre géneros tan dispares -esto ‘Coco’ sí que lo
hacía a la perfección-. Al menos, tanto Vivo como Gabi son dos
protagonistas que con su carisma
logran maquillar un poco este aspecto.
Pero ‘Vivo’ también tiene otros problemas, porque los
personajes villanos parecen creados solo para rellenar y las
situaciones en las que estos participan
se sienten algo más forzadas de lo normal. Esto, unido a su humor tontín
y un guion que acaba cayendo en la fórmula, lastran el resultado final de
una película con muchísimo potencial. Por otro lado, visualmente la animación 3D
raya a buen nivel, aunque no llega a brillar tanto como las últimas
producciones de la competencia. No obstante, existen varias partes en las que
una bella animación 2D entra en escena y es una pena que no se haya
realizado toda la cinta con esta técnica. De todas formas, pase o no a la
historia, el filme es
un entretenimiento válido para los peques de la casa y algunos adultos
también podrán disfrutarla sin preocupaciones.
Puntuación: 6,5/10
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