Una conclusión cuya primera mitad compensa con creces el descarrilamiento que
sufre durante casi toda su segunda hora.
Los orígenes de la maldición de Sarah Fier se revelan finalmente
mientras la historia cierra el círculo en
una noche que cambia la vida de los habitantes de Shadyside para siempre.
Hoy llega a Netflix la esperada conclusión de su trilogía original
‘La calle del terror’. Esta vez, podría considerarse que la película
dirigida por Leigh Janiak está dividida en
dos partes totalmente diferentes entre sí. Y es que resulta que la
historia no era como nos la habían contado hasta ahora. Lógico porque, de
lo contrario, la primera mitad de esta tercera entrega a caballo entre ‘La bruja’, el noveno episodio de ‘Them’ y cualquier producción con Salem en su título no tendría mucha gracia. Pero si bien en esta ocasión nos situamos en el año 1666,
en la segunda parte volvemos a viajar a 1994, algo igual de obvio
porque
la trama de Deena, Sam y compañía había quedado abierta por completo.
Otra cosa es que logre aguantar el tipo y el equilibrio entre ambas mitades,
algo que consigue de manera un tanto regular debido al cambio tan
radical de ambientes, formas y objetivos.
Aunque ya lo supiéramos por culpa de los adelantos, no deja de ser
curioso que la película
utilice durante su primera mitad el mismo reparto que sus
predecesoras. Sea por falta de presupuesto o con la única intención de que el
espectador se sienta más identificado con lo que ve,
esta resulta una decisión un tanto vaga pero que al fin y al
cabo funciona. De esta forma, después de que los adolescentes asistan
a un botellón a lo siglo XVII, el mal inunda cada rincón de la aldea
y la mente de sus habitantes -la ignorancia ya se los comía de arriba a
abajo- para desatar el caos absoluto. La Deena de
Kiana Madeira (Cleptómanas) se confirma como la absoluta
protagonista, pues es el foco principal de todos los eventos que ocurren en la cinta a
lo largo de sus dos mitades. De resto, más allá de que
el elenco se encuentra mejor que en las anteriores entregas, poco que
añadir que no destripe algunas partes importantes.
Uno de los mayores problemas de ‘La calle del terror – Parte 3: 1666’ es que se hace más larga que que 1994 y 1978 debido al cambio
tan brusco que sucede después de la hora de película. Aún así, hay aspectos
en la primera parte de la cinta que
compensan con creces el descarrilamiento que sufre durante casi
toda su segunda mitad.
La ambientación, la fotografía y la banda sonora conforman ese grupo de
elementos a destacar. El otro problema es que, a pesar de su desenfrenados y divertidos últimos
20 minutos,
tanto las explicaciones como el previsible desenlace no lo tienen todo de
su lado como para resultar convincentes
y, al final, el filme deja con la sensación de que por detrás se ha quedado
algún que otro agujero sin tapar
-o que podría haberse tapado de otra manera-. Sin embargo, tampoco es que resulte nada descabellada la idea de una
posible continuación, pero ya veremos. Por el momento,
el resultado de la trilogía es entretenido, equilibrado y perfecto para
maratones nocturnos.
Puntuación: 6,5/10
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