Se siente algo más calculada, pero esta es otra destacada tanda de episodios
llenos de naturalidad y buenos momentos.
En la segunda temporada, nuestras cinco protagonistas dan un paso firme
hacia la edad adulta como mujeres y abordan todos los desafíos que ello conlleva. A medida que navegan por las presiones de la edad adulta, sus compañeros
masculinos comienzan a dar un paso adelante, intervenir y convertirse en verdaderos aliados, formando un frente unido por
el bien común. Ambientada en el último capítulo de 2020, la temporada retrata los meses de
finales del verano y principios del otoño en la ciudad de Nueva York marcada por la pandemia de la COVID-19, donde las mascarillas y las actividades al aire libre son la norma.
Este sábado llega a HBO la segunda temporada de esta serie creada y
dirigida por Crystal Moselle, que se inspira en su propia película
‘Skate Kitchen’ para retratar la subcultura skater de Nueva York con una naturalidad casi
documental. En esta ocasión, la ficción nos muestra las correrías de este grupo de
mujeres skaters adolescentes -y de la enorme cantidad de hombres que las rodean-
mientras se enfrentan a
las consecuencias emocionales y sociales de la pandemia. Moselle hace uso
de su gusto por el realismo en los detalles y en cada episodio
integra los acontecimientos recientes más importantes, como el Black
Lives Matters, a modo de posters, grafittis y menciones. No solo eso, pues
también opta por una representación objetiva del manejo de la situación pandémica por parte de los personajes.
Debido a ello, los vemos actuando de forma responsable en algunos momentos y
de manera completamente irresponsable cuando se encuentran en confianza: mascarillas bajadas en espacios cerrados de gente, contacto excesivo, nula
distancia de seguridad… Un despropósito, vamos. Y eso que se nota que,
durante los meses que transcurren entre el final de la temporada anterior y el
comienzo de esta,
nuestras protagonistas se han visto forzadas a madurar un poco más antes de
lo previsto. Porque tras una fatídica primera mitad de año, los estragos de la
pandemia han reforzado más que nunca la sensación de comunidad,
pero los índices de pobreza también se han disparado, algo que ha
afectado a todos los personajes de una forma u otra.
Esto es lo que mueve a nuestras protagonistas, especialmente
a Janay (Dede Lovelace), a buscar un lugar íntimo donde
desconectar, reunirse y practicar skate. Sin embargo, esta pequeña cúpula de
felicidad
no impide que continúen apareciendo los problemas del exterior. De esta
forma, personajes como Indigo (Ajani Russell), Camille (Rachelle
Vinberg) o Honeybear (Kabrina Adams) se enfrentan a toda clase de
dificultades económicas, crisis de identidad, trabajos basura y, por supuesto,
a un mundo dominado por hombres. No obstante, Nina Moran
como Kirt es el alma indiscutible de esta temporada. A veces irritante
y otras del todo delirante, Kirt se erige como una especie de gurú para las
presencias masculinas del lugar y, gracias a su interpretación,
Moran nos deja algunos momentos realmente simpáticos.
‘Betty’ regresa con otra destacada tanda de episodios
llenos de naturalidad y buenos momentos. Sin embargo, su mayor problema
es que esa sensación de fluidez e improvisación que dejaban las situaciones
vividas durante la primera entrega ha desaparecido ligeramente,
provocando que las distintas subtramas de los nuevos capítulos se sientan algo más calculadas. Pero, tampoco es que Moselle se desviva a la hora de crear argumentos
complicados o diálogos elocuentes. Esta no es la serie para eso. La
directora busca que todo sea lo más realista posible. Que nos sintamos
parte de este grupo de
adolescentes apasionantes que escapan de todo cliché. Que tengamos un
trozo del
Nueva York alternativo más auténtico cobrando vida en nuestras pantallas.
¿Lo consigue? Claro que sí, ya lo ha hecho dos veces antes y esta no iba a ser menos.
Es precisamente toda esta sencillez en sus formas, sin renunciar en ningún
momento a los detalles importantes, lo que hace de la serie
una propuesta irresistible cuando uno no puede evitar entrar en su juego. Es una pequeña delicia ver como las protagonistas evolucionan y como sus
relaciones de amistad fluctúan entre el apoyo, el interés o el amor, todo
mientras asistimos a numerosas secuencias de skate rodadas con mimo.
Pero, sobre todo, es un placer presenciar como estas mujeres en proceso de
crecimiento
van descubriendo su poder y su valía en un mundo en el que apenas son
valoradas. No obstante, es una ficción que resulta más apta
para los amantes del skate y para
aquellos que sean capaces de dejarse llevar por los personajes y su
ambiente 100% neoyorquino. Una pena que sus seis episodios se acaben tan rápido.
Puntuación: 7/10
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