Una película oportuna, didáctica y muy acertada que narra los eventos de la
manera más objetiva y respetuosa posible.
1993. El conflicto armado entre Israel y Palestina es
más sangriento que nunca y parece no tener fin. Sin embargo, en lo que
respecta al matrimonio formado por la ministra Mona Juul (Ruth Wilson) y
el sociólogo Terje Rød-Larsen (Andrew Scott) todavía
queda una esperanza para encontrar una solución. Juntos, la pareja
arriesgará sus vidas y sus carreras para lograr
reunir a representantes de ambos estados con el objetivo de que al fin se
imponga la paz.
La ópera prima del director de teatro Bartlett Sher,
cuyo estreno se antoja extremadamente oportuno en estas fechas, está basada
en la aclamada obra teatral homónima de J.T. Rogers, que además se
encarga del guion de la cinta. Así, esta nueva película de HBO aborda la
historia real de las durísimas negociaciones entre representantes de Israel
y Palestina que condujeron a los Acuerdos de Paz de Oslo de 1993.
Aunque parezca increíble,
todo se gestó en una mansión a las afueras de Oslo (Noruega) bajo el más
estricto secreto gracias a
un comprometido grupo de israelíes, palestinos y una pareja noruega
que lo apostó todo. «Jamás he conocido cara a cara a un israelí»,
dice uno de los personajes durante los primeros minutos del filme. Una frase que
dice todo acerca de un conflicto que
solo los implicados tienen la capacidad de solucionar.
La siempre infravalorada Ruth Wilson (La materia oscura) y un simpático Andrew Scott (1917) interpretan a los gestores de
este gran y efímero logro. Mona y Terje son unos protagonistas más
pasivos de lo normal debido a su decisión de interferir lo menos posible a lo
largo del proceso. Por ello, durante la mayoría del metraje, ambos funcionan como meros espectadores que en ocasiones sirven como ancla para impedir que todo se vaya al
garete. Wilson aporta la tranquilidad y el sentido común, mientras que
Scott no puede evitar ser una presencia temeraria y casi cómica en muchos
momentos. Ambos son testigos de las apasionantes interacciones entre los dos
bandos formados por Ahmed Qurie (Salim Dau), Hassan Asfour (Waleed
Zuaiter), Yair Hirschfeld (Doval’e Glickman) y Ron Pundak (Rotem
Keinan), a los que poco a poco se van uniendo representantes de mayor poder.
De esta forma, ‘Oslo’ aprovecha las emocionantes dinámicas entre
sus personajes, su notable reparto y una sorprendente dirección de Brett para
ofrecernos una película didáctica y muy acertada. La cinta
conserva toda la esencia teatral de su material original y cuenta con una
fotografía que quizá abusa en exceso del azul y el amarillo. Pese a
tratar un tema tan serio, el filme no renuncia al humor, algo que lo hace
resultar simpático cuando puede permitirse serlo. Pero también hace gala
de una conmovedora rotundidad en sus pasajes más desoladores. Sin
embargo, esto provoca a su vez que el guion caiga en una romantización de los
hechos difícil de evitar. Y, aunque no deja de ser
una visión puramente occidental del conflicto -con todos los matices
perdidos que ello conlleva-, la propuesta consigue narrar los eventos de
la manera más objetiva y respetuosa posible.
Puntuación: 7/10
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