Una aventura postapocalíptica divertida, creativa y con cierto encanto.
Siete años después del apocalipsis de los monstruos, la humanidad vive bajo
tierra. Cuando Joel Dawson (Dylan O’Brien) conecta por radio
con Aimee (Jessica Henwick), su novia del instituto que vive en
la costa, el amor vuelve a surgir. Entonces, Joel decide recorrer
los 130 km plagados de peligros que lo separan del amor de su vida.
Comprada por Netflix para su distribución en varios países,
este mes llega una nueva película de monstruos dirigida por
Michael Matthews y escrita por el tándem
Brian Duffield (Espontánea) y Matthew Robinson (Dora y la ciudad
perdida). Una cinta postapocalíptica con un tono muy ‘feel good’ que recuerda a
propuestas como ‘Bienvenidos a Zombieland’, pero
cambiando lo gamberro por un humor más juvenil y un discurso humano e
inspirador. En este mundo de animales e insectos gigantes, la humanidad ha quedado
relegada a la vida bajo tierra
por miedo a ser devorados y otras cosas mucho peores. Por ello, los
supervivientes se apelotonan en búnkeres y sobreviven -y se aparean- como
pueden. Así es como conocemos a Joel y a sus enamorados ‘compañeros de
piso’.
Con una voz en off constante, Dylan O’Brien (Bumblebee) narra
y protagoniza la película con cierta gracia y encanto gracias a un
Joel que le viene como anillo al dedo. El objetivo de su personaje
es encontrarse con una Jessica Henwick (On the Rocks) que empieza a merecer algo más como actriz, pero que de una forma
u otra siempre acaba relegada a papeles un tanto pequeños. Acompañado de su
compañero perro Boy, este joven torpe y miedoso se embarca en un
viaje que, maquillado de cruzada romántica, en realidad
se trata de una pequeña gran odisea de autosuperación continua. Menos mal
que en su camino se encuentra con los dos mejores aliados posibles: los curtidos
personajes de Michael Rooker (Fantasy Island) y la estupenda Ariana Greenblatt (El magnífico Iván), expertos en la materia.
Cuando una película cuenta con un tono tan ligero y ágil,
sus pausas tienden a ser mucho más pronunciadas, y
‘De amor y monstruos’ adolece de varios de estos momentos. No
obstante, es una cinta que
por lo general resulta encantadora, divertida y creativa. Sin duda,
toda una extraña proeza hoy en día. Se le pueden achacar otros problemas
como su poco inspirado tercer acto y un trío de villanos humanos
tan estúpidos como innecesarios, pero no son factores que empañen
demasiado el resultado. Además, sus efectos especiales no desentonan y se
entremezclan con unos efectos prácticos muy eficientes. Al final, el conjunto en
sus formas nos hace sentir cierta nostalgia por el cine de aventuras juvenil, de ese con el que muchos hemos crecido. Desconecta y disfrútala sin
complejos.
Puntuación: 7/10
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