Thriller absorbente, seductor y en ocasiones psicodélico que funciona como un
notorio retrato del conflicto entre crear y vivir.
Alice (Ayelet Zurer) es una directora de cine de 48 años que
se siente irrelevante desde que inició una familia con el todavía exitoso
actor David (Gal Toren). Después de un breve encuentro en el tren se obsesiona con Sophie
(Lihi Kornowski), una seductora guionista de 24 años que la lleva a renunciar a su integridad moral para lograr poder, relevancia y éxito.
Después del estreno de ‘Teherán’, la segunda ficción israelí que llega a Apple TV+ cambia el espionaje
internacional por un thriller psicológico de 8 episodios con aires de neo-noir erótico. La miniserie creada, escrita y
dirigida por Sigal Avin se adentra en la mente de una directora
durante su obsesivo proceso creativo. No solo muestra visualmente y sin
censura como ella imagina cada una de las escenas de su nueva película,
sino que además podemos ser testigos de otros aspectos del funcionamiento de una
producción, como la búsqueda de localizaciones, los castings o las numerosas y
muchas veces infructuosas reuniones. Pero esto, unido a la premisa cliché del
artista privilegiado y malogrado, tan solo es la
superficie de una historia que nos introduce en los recovecos más profundos y
perversos
de aquellos que cuentan con el maravilloso don de crear. Aunque en ocasiones
puede convertirse en una maldición…
Hace algunos años Alice, interpretada por
Ayelet Zurer (Daredevil), fue una mujer feliz, libre y exitosa.
Sin embargo, la cineasta ahora se encuentra frustrada, oprimida por sus
obligaciones familiares y lo peor de todo:
está completamente bloqueada y no se le ocurren ideas para su nuevo
proyecto. Es entonces cuando cae en sus manos un guion que narra una violenta historia de amor que la obsesiona hasta la médula. A partir de ahí, Alice empieza a creer que
hay algo extraño, incluso turbio en estas páginas, pues en ellas se
describen momentos
tan eróticos como terroríficos con un insólito detallismo. La idea de
que todo lo que acontece en el libreto esté basado en hechos reales, llevará
a nuestra protagonista por un viaje obsesivo y psicótico en el que
apenas podrá distinguir qué es real y qué no. Por supuesto, el
espectador tampoco lo tendrá fácil para ello.
Por su parte, Lihi Kornowski (Falsa identidad) interpreta a
Sophie, una absoluta desconocida para Alice a la que
se encuentra en un tren como caída del cielo. Además, da la bendita
casualidad de que esta atractiva joven ha escrito un guion rompedor,
justo lo que nuestra desengañada protagonista necesita. Pero, ¿acaso algo
puede ser tan perfecto sin estar podrido? Por si esto fuera poco, la
guionista es un vivo reflejo de su enérgica y rebelde juventud,
provocando que sea muy difícil resistirse en medio de su monótona e
insatisfactoria vida. Normal, pues Kornowski es
un verdadero descubrimiento como actriz. Es carismática, sexy y tan
provocativa como sensible. Ella y Zurer, que
también raya a un nivel muy alto, comparten una química espectacular, de amor platónico y deseo
irrefrenable, y
la serie da un salto enorme de calidad cuando ambas participan en una
misma secuencia.
‘Perdiendo a Alice’ es un
thriller absorbente, seductor y en ocasiones psicodélico. La trama se
cocina a fuego lento y
su premisa inicia con una serie de casualidades, de esas a las
que nos gusta describir como ‘inverosímiles’, a pesar de que en este último
año nos hemos dado cuenta de que la realidad supera con amplitud a la ficción. Además, como marcan los cánones del género, la información llega a cuentagotas y los personajes deciden actuar según
le convenga al guion. En cuanto a su apartado técnico,
destacan especialmente su fotografía y montaje, aunque existen
algunas decisiones en varias escenas que resultan disruptivas con el
tono de la miniserie. Especial atención al séptimo episodio,
una delicia para cualquier amante del ‘cine dentro de cine’ en el que
tiene lugar el rodaje de una espectacular escena de sexo.
No obstante y con permiso de las impecables interpretaciones, si existe algo
en la ficción que destaque por encima de todo es sin duda
la forma en la que Avin decide narrar los acontecimientos. A medida
que avanzan los episodios,
el personaje principal va convirtiéndose en una narradora muy poco
fiable. En un abrir y cerrar de ojos,
la acción nos sitúa en una escena que ocurre en la mente de Alice y nos
lleva a otra secuencia en un lugar y tiempo completamente distintos. Es entonces cuando, al igual que la protagonista,
se hace imposible distinguir si lo que vemos es real o no. Incluso en
sus respuestas finales, un tanto precipitadas y de dudosa satisfacción,
la serie consigue confundirnos acerca de la veracidad de las mismas. Sin embargo, esto es lo que convierte a la nueva propuesta israelí
en
un notorio retrato de ese tira y afloja constante entre el arte como
peligrosa evasión y la angustiosa realidad de la vida.
Puntuación: 7,5/10
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