Esta última entrega es la más pequeña, personal y una excelente muestra del
poder que tienen las historias intimistas.
Kingsley es un adolescente de 12 años con una
insaciable fascinación por los astronautas y los cohetes espaciales.
Cuando es sacado de clase y llamado al despacho del director
por su mal comportamiento, descubre que van a enviarlo a una
escuela para ‘necesidades especiales’. Sus padres, sumergidos en sus
respectivos trabajos para salir adelante,
no son del todo conscientes de las políticas de segregación que están
evitando que muchos niños disfruten de la educación que merecen.
Hasta que un grupo de mujeres deciden tomarse el asunto en serio.
La gran antología Small Axe llega a su fin en Movistar+ con
esta quinta y última entrega dirigida por Steve McQueen (Viudas),
que coescribe el guion junto a Alastair Siddons (Tomb Raider). Nos
situamos a principios de los 70, momento en el que comenzaron a formarse unos
infames centros de educación británicos conocidos como, según la traducción
literal del inglés, ‘Escuelas para los educacionalmente subnormales’. Estas ‘escuelas especiales’ -término que se usaba con el objetivo de atraer a
los padres más dubitativos-, no tenían otro propósito real que
alejar del sistema educativo a todos los niños que no superaban el test de
coeficiente intelectual. Así, de una forma frustrante y repulsiva,
el estado pretendía acabar con cualquiera de las aspiraciones de futuro de
estos pobres jóvenes.
Sí, en estos centros también podía encontrarse gente blanca y de otras etnias.
Pero la realidad es que, con el tiempo, empezaban a llenarse de niños procedentes de la comunidad de
las Indias Occidentales. Nuestro protagonista Kingsley es tan solo una representación de
todos ellos. Interpretado por un magnífico Kenyah Sandy, Kingsley es
un joven negro inteligente y avispado. No obstante, arrastra dos graves
problemas: no sabe comportarse ni leer. Todo un caramelito fácil de
rechazar por el sistema, que no tarda en enviarlo a
una de estas escuelas de segregación disimulada. Muy pronto, se da cuenta de que su vida podría irse por la borda si su
estancia allí se alarga demasiado. Pero sin entrar en detalles, el filme
funciona sobre todo gracias al impacto que supone conocer poco a poco los desconcertantes hábitos de un
personal educativo que se aprovechaba de la situación. En resumen, cobrar sin dar pie con
bola.
En ‘Educación’, McQueen demuestra una vez más su
magnífica habilidad para dominar la narrativa en cualquier formato.
Esta vez, en tan solo unos cortos 60 minutos, el cineasta consigue situarnos
muy cerca del protagonista y comprime con eficacia
un retrato de la familia ‘west indian’ de los 70, además de una estilosa
denuncia sobre la ignominia provocada por un sistema educativo que todavía
no ha cambiado. Sin embargo, este es uno de esos temas de los cuales podría hablarse largo
y tendido en una película de mayor duración, y McQueen
deja escapar la oportunidad de desarrollar muchos de sus matices.
Asimismo, también peca de dramatizar y exagerar algunos de los pasajes.
No obstante, esta última entrega de la antología Small Axe es
la más pequeña, personal y una excelente muestra del poder que tienen las
historias intimistas.
Puntuación: 7,5/10
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