Un ejercicio de ciencia ficción intimista, melancólico y decepcionante.
Este relato post-apocalíptico narra la carrera contrarreloj de
Augustine (George Clooney), un solitario científico instalado en el
Ártico que decidió quedarse en el observatorio a pesar de que sus compañeros
abandonaron el lugar con sus familias. Su objetivo es impedir que
Sully (Felicity Jones) y sus compañeros astronautas, perdidos en el
espacio profundo, regresen a una Tierra amenazada por una misteriosa catástrofe mundial.
George Clooney (Monuments Men, Suburbicón)
vuelve a colocarse tras las cámaras para dirigir esta adaptación de la
novela de ciencia ficción escrita por Lily Brooks-Dalton. El polifacético
cineasta ha pulido su estilo a lo largo de los años y
en esta película se muestra más ambicioso que nunca. Clooney se apoya en
el guion de Mark L. Smith (El renacido, Overlord), que
alterna entre la Tierra y el espacio a través de
dos tramas paralelas y aparentemente inconexas. En ellas, vemos como
la dureza de la soledad en cualquier lugar y la lucha por la supervivencia
ponen a prueba a nuestros protagonistas. Con aires de ‘Gravity’ y algunas
pretensiones de parecerse a ‘El renacido’ en suelo terrestre,
la cinta vaga sin rumbo durante gran parte del metraje y exige una
desorbitada cantidad de paciencia al espectador.
Además de dirigir, Clooney protagoniza el filme interpretando a
un
astrónomo enfermo y sumido en la necesidad de contacto social durante
una situación de soledad extrema. El actor de Kentucky
se entrega a su papel como hace tiempo que no veíamos con
una interpretación exhaustiva. A su lado, lo acompaña la jovencísima
debutante Caoilinn Springall, una agradable sorpresa capaz de
expresar todas sus emociones sin pronunciar una sola palabra. Ya en el
espacio, nos encontramos ante una siempre correcta Felicity Jones (Una
cuestión de género, The Aeronauts) que, aunque el guion no le ofrezca
demasiado, hace lo que puede con su personaje. El excelente y
desperdiciado reparto -que también incluye a David Oyelowo,
Kyle Chandler, Demián Bichir y Tiffany Boone–
conforman lo mejor de la película.
‘Cielo de medianoche’ es un ejercicio de
ciencia ficción intimista, melancólico y carente de sentido. Su
narrativa falla por completo a la hora de generar cualquier tipo de
expectación, empatando escena tras escena sin una línea clara a seguir para terminar con un -predecible-
giro que a algunos les parecerá emotivo y a otros… simplemente
ridículo. Al filme le falta ritmo y a su guion le sobra ambición. Es
difícil conectar con una cinta que, en vez de trasladar adecuadamente su
hermoso mensaje filosófico,
se dedica a mostrarnos a unos personajes insulsos y poco desarrollados
lidiando con situaciones prestadas de otras propuestas del género. Y si bien su apartado visual nos regala algunas postales realmente apabullantes, sin duda estamos ante otro caso más de lo mismo:
mucho estilo y poca sustancia. En definitiva,
una de las mayores decepciones de este exiguo año cinematográfico.
Puntuación: 5/10
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