La cuarta propuesta de la antología es un filme de terror satisfactorio que
deja un buen sabor de boca, aunque no vaya a revolucionar el género.
Cuando una virtuosa estudiante de música se suicida antes de un importante
concierto, una fuerza sobrenatural se libera en la prestigiosa escuela de arte.
Habiendo nacido a la sombra de su más talentosa hermana gemela, la tímida
estudiante de piano Juliet Lowe (Sydney Sweeney) está acostumbrada a ser
siempre la segundona en cuanto a lo musical se refiere. Pero, cuando encuentra
una misteriosa libreta que perteneció a la recién fallecida solista estrella de
la academia, su forma de tocar empieza a mejorar milagrosamente y pronto eclipsa
a su hermana Vivian (Madison Iseman). Sin embargo, junto a sus nuevas
habilidades llegan una serie de terroríficas premoniciones. A medida que sus
visiones empeoran, Juliet descubrirá el verdadero coste de alcanzar la
perfección artística.
La cineasta Zu Quirke debuta en el largometraje con una película en la
que plasma mucho de sí misma. Al igual que hizo ella en su día, las
protagonistas estudian en una exigente escuela de arte que lleva a sus alumnos
hasta el límite físico y emocional con el único objetivo de conseguir los
mejores resultados. La educación musical es un mundo despiadado, desconocido
para muchos de nosotros, en el que desde temprana edad se debe sacrificar
varios aspectos de la vida a fin de evitar adocenarse entre los demás
aspirantes. Un tema delicado que genera un debate dentro del propio filme.
¿Realmente merece la pena tanto esfuerzo en una sociedad que no aprecia la
música clásica? ¿Cuál es el futuro de todos estos músicos?
La cinta es un tenebroso viaje musical que también habla sobre la
obsesión adolescente de destacar, aunque el precio a pagar sea pasar por
encima de todos cueste lo que cueste. Así, el grueso de la historia se centra
en el personaje de Sydney Sweeney (Heridas abiertas, Euphoria), cuya
ambición destrozará a todo aquel que la rodea. La actriz realiza una
inquietante interpretación que la sitúa como una de las intérpretes jóvenes a
seguir muy de cerca. Madison Iseman (Jumanji: Siguiente nivel,
Clouds) funciona como la mejor compañera de reparto posible, y a pesar de que
su presencia es menor, los momentos en los que comparte pantalla con Sweeney
son un derroche de química y convicción.
‘Nocturne’ es sin duda la película más interesante de las cuatro
que nos ha dejado ‘Welcome to the Blumhouse’. Quirke muestra mucha
personalidad a la hora de dirigir e impregna la pantalla de referencias
culturales y simbología esotérica, mientras en nuestros oídos resuenan algunas
de las mejores piezas musicales jamás creadas de la mano de Tartini o
Saint-Saëns. También es un ejercicio visual destacable en varios aspectos.
Desde la fotografía hasta el vestuario, la cinta se siente como un proyecto
mejor trabajado y que demuestra más talento, en especial si la comparamos con
las anteriores propuestas de la antología. Un filme de terror satisfactorio
que deja un buen sabor de boca, aunque no vaya a revolucionar el género. Al
menos propone algo distinto.
Puntuación: 6,5/10
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