Hacer películas es lo más hermoso, complicado, emocional y demencial.
Con motivo de la 28ª Muestra Internacional de Cine de Mujeres de Barcelona, tenemos el honor de entrevistar a Frederike Migom, directora de ‘Binti’, el cual es su primer largometraje tras haber realizado cortometrajes reconocidos en diversos festivales internacionales. La cineasta, nacida en Bélgica, respondió a nuestras preguntas con mucha predisposición y simpatía. Esta entrevista fue realizada mediante correo electrónico.
¿Por qué decidiste realizar una película dirigida a los niños?
Fue un poco por casualidad. El gobierno Flamenco había decidido que financiaría dos películas infantiles al año, en una nueva comisión. En cuanto vi las convocatorias, pensé que sería una buena oportunidad para un primer filme.
Tenías la idea de que Binti quisiera ser presentadora de televisión en lugar de youtuber. ¿Habría sido la película muy diferente si no hubieses cambiado eso?
Creo que sí. Cuanto más escribía e investigaba, el sitio web era una opción evidente. Actualmente, hay un problema en los medios de comunicación de Bélgica: se enfoca mucho en la gente blanca y no siempre representa a la población. YouTube es diferente. Todo el mundo puede expresarse en la plataforma, sin importar el color, el género, la religión… no tiene fronteras, y eso era un contraste interesante con el concepto de los límites de Binti afrontados diariamente.
Trabajaste en un colegio y conociste a muchos niños. ¿Como fue trabajar con infantes en una película?
Encantador. Los niños son increíbles. Eran preparados, disciplinados, buenos, divertidos… todo. Fuimos un equipo, estuvieron a mi lado. Intenté hacer que el set de rodaje fuera animado para ellos, como un campamento de verano, y creo que eso ha funcionado pese al trabajo duro.
Ésta ha sido tu primera película. ¿Cómo fue la experiencia?
Hacer películas es lo más hermoso, complicado, emocional y demencial. Ser un director es un trabajo sociable, pero además solitario. Es difícil y también fácil.
Si existiera un club de okapis en la vida real, ¿te apuntarías?
El club de okapis del largometraje está basado en uno en el que estuve cuando era niña. En aquel entonces, era sobre ballenas: vendíamos palomitas caseras en diminutas bolsas de plástico y redactábamos y dibujábamos pequeñas revistas oficiales con cómics y artículos. Tenía una buena amiga que dirigía la asociación, era muy impresionante su convicción para salvar el mundo. Así que sí, ¡definitivamente me uniría!
¿Qué te hizo dedicar tu vida al cine?
Inicialmente, quería actuar. Probablemente porque era la única profesión dentro del séptimo arte que resultaba, de cierta forma, comprensible para un niño. Supe que deseaba estar en el mundo de las películas desde una edad muy temprana, más o menos sobre los nueve años. No estoy segura de por qué y cómo pero simplemente lo sabía. Tenía que ver con historias y emociones. Cuando paso tiempo en solitario, me gusta pensar constantemente en realidades inventadas. Siempre me ha fascinado lo intensa que es la experiencia emocional de entrar en la realidad de alguien, así de repente. A partir de ese entonces, nunca lo he dudado. A medida que me iba haciendo mayor, trataba realmente el estudio de la raza humana: por cual razón la gente hace lo que hace y siente lo que siente. En cierto modo, hacer cine es como estudiar antropología o sociología.
¿Crees que los niños se sentirán identificados con Binti o Elias?
Creo que sí. Quiero decir, eso espero, pero pienso que hasta ahora se han sentido así.
Actualmente, ¿te encuentras trabajando en algún nuevo proyecto?
Me encuentro escribiendo dos películas de momento, ambas por las cuales estoy muy emocionada. Además, ando desarrollando un corto documental dirigido a niños y un cortometraje de ficción para la televisión local.
¿Has tenido la oportunidad de ver algún cortometraje o película que se haya presentado en el festival?
Oh,…lo siento, de veras no sabía que era… ¿una opción?
Binti (2019)
Binti tiene doce años. Nació en el Congo, pero desde muy joven vive en Bélgica con Jovial, su padre. A pesar de que no tienen papeles, la niña quiere vivir de forma normal y sueña en convertirse en una famosa youtuber como Tatiana, su ídolo. Elías es un año menor y reside solo con su madre, Christine, tras el divorcio de sus padres. En el momento que la policía entra a casa de la pequeña y debe huir, se refugia en la cabaña del árbol del niño y encuentra la solución perfecta para todos sus problemas: si pudiera asegurar que los progenitores se casaran, podrían quedarse sin dificultades. Nuestra protagonista se une al Club de Apoyo de los Okapi del chaval y, mientras prepara un gran acontecimiento de recaudación de fondos, elabora en secreto un plan con el objetivo de que ambos adultos se enamoren.
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Esperamos que os haya gustado la entrevista. Muchas gracias por leernos. ¡Hasta la próxima!