Los nuevos episodios son más dinámicos, hasta tal punto de que, si no fuera
por algunos personajes familiares, da la sensación de estar viendo una serie
distinta.
Esta segunda temporada llega con un nuevo misterio y una nueva
estrella, Janelle Monáe. Su personaje se despierta en un barco a la deriva en un
lago, sin acordarse de cómo llegó allí ni de quién es. La búsqueda de su
identidad le llevará al corazón del Geist Group, una compañía de
bienestar poco convencional que está detrás del proyecto
Homecoming.
La serie nació como una
adaptación televisiva del podcast homónimo creado por Micah Bloomberg y Eli
Horowitz
para la plataforma Gimlet Media. Ambos lograron crear
una narrativa sonora envolvente e intrigante, con un
elenco de voces de lujo entre los que se encontraban Catherine Keener, Oscar
Isaac y David Schwimmer, entre otros. Después de dar el salto a la pequeña pantalla con una
brillante primera temporada protagonizada por Julia Roberts, la ficción
da un paso al frente y sobrepasa a la historia original.
En esta segunda tanda de episodios,
la serie da un cambio radical en cuanto a su estilo. Si en la
primera temporada apreciábamos un cierto tono experimental
refrescante, con un ritmo pausado y unos
flashbacks cuyo aspect ratio cambiaba dependiendo del tiempo en el
que nos encontráramos -aunque tiene una explicación algo más profunda-,
en esta ocasión los creadores utilizan formas más familiares. Así, todo resulta más directo y acorde a los estándares, pero
compensa esa falta de frescura con un dinamismo endiablado.
Roberts desaparece para dar paso a la cantante y actriz
Janelle Monáe (Harriet: En busca de la libertad, La dama y el
vagabundo), que viene pegando fuerte desde su debut en la imprescindible
‘Moonlight’ (Barry Jenkins, 2016) y que
con cada proyecto se confirma como una de las intérpretes más
interesantes del momento. La ficción, que
de cierta manera se desvincula del núcleo de la primera temporada,
gira casi en su totalidad alrededor de su personaje, del cual,
para evitar posibles spoilers, no desvelaremos nada.
Uno de los primeros personajes familiares que entran en escena
es el de Audrey, interpretada por Hong Chau (BoJack Horseman,
Watchmen). La actriz de origen tailandés, como vimos en la primera
temporada, es una simple asistente de Geist a la que no le dimos
demasiada importancia. Sin embargo,
sus intenciones son más ambiciosas de lo que pensábamos y, fluctuando
entre fragilidad y valentía,
nos regalará uno de los mejores y más inesperados papeles de la serie.
Además, volvemos a encontrarnos con Stephan James (Manhattan sin salida, #FreeRayshawn) y su Walter Cruz que, después de los
acontecimientos de la primera temporada,
intenta ganarse la vida de forma honrada alejado de su pasado. Su
personaje
desempeña un papel fundamental como el principal enlace de ambas
temporadas
y, como la serie merece ser experimentada sin conocer ningún detalle,
su interacción con los nuevos episodios permanecerá cerrada bajo llave en
nuestro baúl de spoilers.
Esta temporada también cuenta con nuevas incorporaciones de gran nivel.
Entre ellas, destacamos a Chris Cooper (Mujercitas, Un amigo extraordinario), que da vida a Leonard Geist,
excéntrico e inusual fundador de la misteriosa compañía. Por otro
lado, Joan Cusack (Klaus, Noches blancas) intepreta a
Francine Bunda, una militar igual de extraña y extravagante. Ambos aportan su
dilatada experiencia para meterse en la piel de
dos personajes que parecen hechos a medida.
La segunda temporada de ‘Homecoming’ tiene un ritmo frenético. Sus
escasos siete episodios de apenas treinta minutos de duración pasan
en un suspiro. Estos, que
se apartan de la cadencia pausada y comedida de la primera parte, son
tan dinámicos y reveladores que da la
sensación de estar visionando una serie completamente distinta. Una
reinvención que, si bien peca de falta de riesgo, es el complemento
casi perfecto para la historia original.
Puntuación: 8/10
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